—Te habías tardado en venir… Esto es lo que Óscar me dio a tu nombre… —dice Dusha estirando los brazos, mostrándome la elegante estancia con orgullo.
—¿Te gustó?
—Me encantó, es mejor que el anterior. Tendrás todos los hombres que pidas y demandes. —Me guiña un ojo y me da un golpecito en el pecho con su abanico.
—¿Ya llegó Yakov?
Mi pregunta la hace torcer la mirada; el simple hecho de escuchar ese nombre la indigesta. Después de un suspiro pesaroso me da la espalda y comienza a caminar hacia uno de los pasillos.
—Por aquí, te está esperando.
Avanzo detrás de ella internándome por el pasillo que lleva al interior del teatro; no esperaba que la mayoría der las butacas y palcos estuvieran ocupados tanto por hombres de Yakov como por hombres de Óscar y míos. Esta n