LAURA
Cuando abrí los ojos, la habitación se sentía extrañamente fría, mi cabeza pesaba, y el recuerdo de las palabras de Celina golpeó mi mente como una bofetada. "Video y fotos". El horror volvió de golpe.
Al girar la cabeza, vi a Martín sentado junto a mi cama. Su mirada estaba cargada de preocupación, sus manos entrelazadas como si hubiera pasado horas así, observándome. Celina también estaba allí, de pie cerca de la puerta, mordiéndose el labio con nerviosismo.
—Celina… déjanos solos —murmuré con voz áspera.
Ella dudó un instante, pero asintió y salió sin decir una palabra.
En cuanto la puerta se cerró, me incorporé lentamente. Mi corazón latía con furia, mis manos temblaban por la ira contenida. Miré a Martín fijamente, con el estómago revuelto por la sospecha que me carcomía.
Sin previo aviso, levanté la mano y le di una bofetada.
El sonido seco del golpe resonó en la habitación.
Martín parpadeó sorprendido, llevándose la mano a la mejilla, pero no se movió ni intentó detenerme