Capítulo 32

El dulce aroma de los waffles belgas flotaba en el aire del comedor.

Alana renegaba al tener que desayunar avena con plátano y almendras.

—Deja de llorar —dijo Axel, con una expresión seria pero serena en el centro de la mesa. No daba tregua a que los berrinches de la niña siguieran.

Alana apretó los labios, y se le formó un puchero. Miró a su hermana frente a ella.

—Sí —dijo la pequeña finalmente.

Ariana exhaló con pesadez. Al lado de su hermanita, la enfermera le ayudaba a comer su desayuno.

Se ladeó la cara y se encontró con los ojos verdes, profundos y analíticos de Axel.

—Delicioso —dijo, y luego se llevó un segundo pedazo de waffle a la boca.

Ariana contuvo el aliento, sin apartar la vista ni un segundo. Hambrienta, pero no precisamente de comida. Babeó al verlo relamerse los labios.

—¡Por eso quería pastelito y no avena! —se quejó Alana entre lágrimas.

Ariana se aclaró la garganta. Axel soltó un bufido.

—Tienes que entender que ahora no puedes comer esto —
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