Anne Froy es una enfermera dispuesta a ocupar el área que necesite, no tiene problemas en su empleo. ella además estudia una segunda carrera como un hobby que estuvo postergando hace unos años por problemas familiares. En una emergencia, conoce a dos hermanos, Darren es un joven estudiante, casualidad que ambos estudian en la misma, donde suele cruzarse desde que se vieron. Anne siente una atracción por él, pero el carácter y el estilo de vida que lleva Darren harán que sus encuentros estén cargados de tensión, apoyo de Anne y la vida de ambos puede mejorar si permiten poder corresponderse.
Leer másEstudiaba literatura como segunda carrera. A los veintidós años, me recibí de enfermera. Actualmente, trabajo en el hospital Kennedy, en quirófanos y atendiendo a pacientes, a veces tomó las guardias de 72 horas o 48 horas. Era jueves y estaba nevando en Seattle. La gente se accidentaba, un tropiezo, un resbalón, un choque, así íbamos atendiendo a todos. Esta noche me dejaron a cargo de recepción.
Cuando eran las dos de la mañana, llegaron dos chicos y el moreno estaba gritando por ayuda, tenía a su compañero muy pálido y con los ojos desviados hacia atrás, me incorporé al mismo tiempo que se acercaban los camilleros y los médicos de guardia. El chico moreno estaba muy preocupado. Su mirada parecía desbordarse del miedo que sucediera algo muy malo con el otro joven. Ingresaron al chico a una habitación para tratarlo. Me acerqué al muchacho de unos veinticuatro años, toqué su brazo y se asustó. Tenía los ojos brillosos.
—Cálmate, ¿tengo que preguntar por el vínculo de ambos?—dije ayudándolo a caminar hacia la sala de espera.
—Es mi hermano. Mi pequeño hermano—dijo con una voz quebrada. Sostuve su mano con firmeza, sentándome a su lado—. Es Tom. Nunca imaginé que estaba enfermo. Fuimos a jugar bolos y de repente de una jugada comenzó a marearse, tropezó y lo agarré a tiempo que se diera la cabeza contra el piso.
—De acuerdo. La doctora Valery se está ocupando de él, ¿cómo te llamas?
—Soy Darren Milles.
Su nombre sonaba hermoso, aunque veía una tormenta en su mirada. Estaba nervioso, su respiración era muy agitada. Me quedé un momento observándolo, sin embargo tenía que volver al mostrador. Me incorporé, pero Darren tomó mi mano haciéndome sentarme nuevamente a su lado.
—Mis padres están volviendo de Italia de sus vacaciones. Van a hacer muchas preguntas—dijo él. Asentí.
—No te preocupes. Tu hermano quedará internado, por lo que vi, está sufriendo un shock traumático, estará estable en un momento—le dije animándolo a que se tranquilicé—Estaré adelante si necesitas algo. Por cierto, soy Anne.
—Gracias.
—No es nada, Darren. Allí, tienes unas máquinas para tomar un café o pasando al final del pasillo está la cafetería.
Volví a mi puesto. Atendí a dos chicas ebrias, la primera estaba con un corte en la cabeza, se tropezó saliendo del bar y se golpeó contra el asfalto de la calle. Le pedí al residente Adams que atendiera a la joven, solo necesitaba unos puntos de satura y ese estudiante estaba mejorando mucho en esa práctica. Pasaban muchas personas al correr de las horas, cuando escuché mi nombre. Giré mi cabeza y vi a Darren. Se acercó hacia mí, quedando frente a frente, me incorporé de la silla.
—Me dijeron que van a operarlo, no entiendo—dijo preocupado, estaba sudando de los nervios.
—El trauma puede afectar muchas cosas en el paciente, Darren. Él estará bien. No es el primero con una afección en su sistema inmune, va a salir bien—le comenté, extendiendo mi mano y coger la suya pero la quitó.
—¿Tú eres secretaria o qué? Andas dándome consejos y comentarios en términos médicos—dijo con fastidio en sus ojos marrones. Era un chico atractivo y asustado por la situación—. No hay alguien que pueda responder bien lo qué está pasando.
—Soy enfermera quirúrgica. Entiendo cómo es el trauma, todo varía según donde se alojé el problema. —dije frunciendo el ceño. Estaba poniéndome de malas—. Ve a esperar como el resto de los familiares. La doctora Valery volverá para informar mejor acerca de tu hermano.
En ese momento, llegó Cath. Una enfermera de emergencias y mi mejor amiga. Ella era alta, de busto grande y cabello rubio claro recogido en una coleta. Tocó mi hombro, y me giré hacia ella. Nos saludamos, Darren seguía allí viéndome con enfado. Giré mi cabeza, mientras mi amiga iba atendiendo a otras personas. Volví mi atención a él. No sabía cómo explicarle porque no tenía información segura de lo que pasaba con Tom, su hermano.
—¡Qué porquería! Esperar…—suspiró rendido y enojado. Pegó media vuelta, retirándose hacia la sala, golpeo la pared y desapareció al doblar en la esquina.
—¿Estás bien?—me preguntó mi amiga. Asentí.
—Ese chico es irritable. Se enojó porque no tengo información de su hermano.
—¿Se lo llevaron con Valery?—preguntó Cath, asentí.—Entonces va a mejorar pronto, ¿qué crees que le suceda?
—¿A quién exactamente?
—Al paciente. El otro chico parece que es la primera vez que entra a una guardia clínica y más con una persona inconsciente—señaló mi amiga. Era verdad.
—Su hermano, Tom. Ingresó con un shock traumático. Posiblemente sea una ACV o un tumor, entre tantas cosas pueden ocurrir con esos principales síntomas—le contesté a Cath—. Mirada perdida, inconsciente, hasta pudo tener una convulsión en cuanto llegó y lo atendió Valery es una razón para llevarlo a cirugía.
—Tienes razón, es algo complicado definir cuál es el problema—dijo mi amiga, ella entendía muy poco sobre cirugía, solo atendía a personas con gripe, fiebre y ebrios que tenían que administrarle sueros—. Solo queda esperar. Ten paciencia con el otro hermano.
—Darren.
Lo que me sorprendió es que Darren haya traído a su hermano, en vez de pedir una ambulancia a causa que el problema de salud estuviese complicado dando a lugar la operación de último momento. Me daba curiosidad el tipo de procedimiento quirúrgico que estaba tratando, yo no estaba en ese equipo de cirujanos de traumas. Yo estaba con cardiología y dos cirujanos de cirugía general. Pasaron dos horas, Darren vino a preguntarme si sabía algo, en el momento donde lo llamaron por su apellido y se giró hacia la cirujana de traumas.
—Su hermano tenía una obstrucción pulmonar, una hemorragia interna. Hemos detenido la afección, está estable ahora mismo. Quedará internado esta noche, le dimos una habitación. Tiene un respirador—le informó Valery. Los ojos de Darren se llenaron de lágrimas—Puede subir, Tom todavía está en anestesia.—continuó, mientras él asentía con dolor—. Lo acompañó a la habitación. En tanto necesito que firmé unos papeles de permiso de cirugía bajo riesgo de vida y una internación de post operatorio.
Darren no se giró, sin más siguió a la cirujana por el pasillo hacia los ascensores, olvidándose de todo a su alrededor. Debía admirar y proteger mucho a Tom. Se notaba. Darren estaba muy preocupado.
Al día siguiente, nos despertamos. Darren me dio una remera porque olvidé meter alguna en mi bolso, como siempre me entregó una de Iron Maiden. Él amaba esa banda de metal. Era su favorita. Nos metimos a la ducha juntos, nos bañamos y nos besamos con pasión como toda pareja enamorada. Me encantaban sus besos. Esos labios gruesos y tan ardientes mientras pasaba el jabón de coco por mi espalda, mis brazos y mis piernas. Mis suspiros y la vibración de mi cuerpo donde sus manos cuidadosas llegaban a tocar se apoderaban el deseo sexual en la ducha y sé que Darren esperaba hacerme gemir allí adentro. Sin dudas lo hizo, metiéndome los dedos por la vagina húmeda y mojada. Era excitante, se sentía jodidamente bien. Él conocía muy bien mi vulnerabilidad en estos momentos, besando mi cuello y sus rápidos dedos no dejaba de darme el goce exquisito de la mañana.Salimos luego de media hora, nos vestimos. Él uso una remera blanca con unas bermudas de camuflaje y unas sandalias de verano. Yo tenía u
Daniel y Selena nos invitaron a visitarlos. Ellos vivían en Chicago. Trabajaban en el mismo bufete de abogados constitucionalistas, tenían dos coches de último modelo. Sus hijos tenían todo lo que necesitaban y deseaban. Esperaban lo mismo que los padres de Darren, que sus hijos decidieron seguir el legado de los Milles. Eso me había chocado un poco, pero no dejé que me salieran los comentarios justicieros. No eran mis hijos ni tampoco estaba casada con Darren para tener una opinión. Solamente me dediqué a escuchar al matrimonio, ambos tenían treinta y dos años.—Asique eres enfermera—dijo Selena cuando nos quedamos a solas en la cocina.—Sí, en quirófanos. Salvé la vida de Tom.—¡Eso me sorprende demasiado! ¡Todavía no lo creo!—¿Qué pueda salvar vidas?—¡Ay, no, linda!—dijo ella sonrojándose como su pelo rojo fuego y sus ojos grises como el hielo del Atlántico. Tenía una expresión dulce y bondadosa—Es decir, no había oído nunca que una enfermera lograra dar tan buenos criterios a u
Volví a la normalidad. También me reubicaron al trabajo. Regresé a los quirófanos. Lo que me gustaba de hoy, es que era Noche Buena. Pasaría la cena navideña con los Milles. El doctor Lenner se preocupó por mí, tuve dos visitas de él antes de salir de alta clínica por segunda vez. Lo tenía delante de mí, mirándome y preguntándome cada hora cómo me sentía. Al principio me hizo ver el cariño que tenía conmigo, pero luego comenzó a ser molesto pero entendía que él estaba cuidándome. No era justo quejarme con él. Era uno de mis jefes. Además de ser un excelente cirujano de traumas generales, era jefe del departamento de esta especialidad y maestro para los residentes. Por suerte, Adams había aprobado sus exámenes finales, festejaríamos luego de las fiestas su logro en la medicina.—¿Dónde pasarás las fiestas, Froy?—me preguntó el cirujano mientras estábamos terminando de cerrar la cirugía de un paciente con tumor en los intestinos.—Estaré con la familia de mi novio.—¡Vaya, sí resultó bu
Oscar Froy un hombre de cincuenta y siete años, adicto al alcohol desde mi infancia. Un hombre divorciado, incapaz de sostener una relación con otra mujer por la ebriedad que no puede superar. Aquí estaba, sentado a mi derecha con su mirada suave y sombría como las luces de la habitación. Darren debió haberle movido los recuerdos, la culpabilidad de enfermarme por todos esos años que le di mi servicio de cuidado, algo que me inspiró demasiado para estudiar medicina. Estaba usando su chamarra favorita, era de color marrón con corderito blanco en el interior y unos bolsillos con tapitas de cervezas que hacía ruidos cuando caminaba.—Papá, ¿qué haces acá? Las visitas son hasta las seis de la tarde—le dije.—Soy el padre de la mejor enfermera de este hospital, ¡Claro que iban a dejarme pasar como privilegiado!—¿Estás borracho?—¿Cómo? ¡No, mi cielo, no he tomado ni una copa!—respondió sonrojado.—Bueno…Vinieron Darren y Tom, su hermano. Se fueron hace rato—comenté. Él asintió, echándose
—¿Ella va a estar bien?—habló un joven a mi alrededor. Olía diferente, era un lugar distinto y conocido.Lo último que recuerdo es haber entrado a emergencias del hospital Kennedy y me desmayé. El dolor era tan fuerte que no pude soportarlo más, me desvanecía como el aire en un incendio, todo se apagó. Abrí los ojos, escuchando la conversación de dos hombres en el dormitorio. Veía borroso no podía distinguirlos, mis ojos no se acostumbraban. Sin embargo ellos estaban en la puerta charlando, no me vieron. Poco a poco, me adapté al lugar descubriendo a mi novio y el doctor Hyes. El neurocirujano le explicaba la cirugía de urgencias, habían colocado un chip anticoagulante en la zona derecha junto a la cefalea dañada. Darren estaba preocupado, escuchaba atentamente al médico sobre los cuidados y demás. Estaba saliendo todo bien, estaba bien…¿qué hizo desvanecer todo ese amor que sentía por él y arruinar esa noche?—Lo siento, Darren—susurré. Le traía angustia y miedo, él me amaba.—Lo sien
Los siguientes días la convivencia con Darren estaba muy bien, teníamos diferentes tareas en la casa. Él había contratado a una mucama dos veces a la semana, esta vez ella no vendría. Las noches eran mis favoritas, nos quedábamos viendo unas películas de nuestro interés o aquellas que Darren quería que viera. Cuando íbamos a acostarnos, nos poníamos muy calientes terminando intimidando casi hasta la tres de la mañana para luego quedarnos recostados y desnudos en la cama. Él fumaba con su espalda en el respaldo de la cama Queen que compró. Mis ojos admiraban todo su físico de chico delgado, lampiño y de un silencio cómodo de esos que quieres romper con unos cuantos besos.—¿Alguna vez, te imaginaste terminar enamorada de un chico rico?—preguntó Darren mientras fumaba su segundo cigarrillo.Yo estaba bebiendo agua, había traído una botella fría de la cocina antes de intimar. Me quedé pensando, preguntándome aquel cuestionamiento del chico. Lo miré, dejando el vaso sobre la mesita de noc
Último capítulo