Aquel fue el único mensaje que había motivado durante el resto del día y el final de mi jornada de guardia. Darren me recordó, ¿pero por qué? Mi cabeza empezaba a presentar un dolor en la sien derecha, a causa del estrés y mis ataques de migrañas. Después de mi último día, me acerqué al consultorio de mi neuróloga, Danielle Hilton. Toqué la puerta y esperé. Me hice hacia atrás. Miré mis manos, mis uñas limpias y sin esmalte, solo lo usaba para eventos o salidas especiales. Además que no me parecía higiénico atender a mis pacientes con las uñas pintadas. Siempre uso un color crema estilo francesas, me gustan como quedan. Cath llevaba sus uñas muy decoradas, con gel o acrílicos. Creo que le vale verga lo que digan de sus manos. Ella es coqueta.
La puerta del consultorio se abrió, saliendo la doctora Hilton. Me acerqué a ella, me reconoció haciéndome pasar tras verme con muecas de dolor. Me hizo sentarme en la camilla mientras me preguntaba cómo estaba en el trabajo, dónde estuve hoy per