Ashley Carlisle ha planificado hasta el último detalle del futuro que desea. El día de su boda ha llegado, y con ello, el inicio de la vida con la que sueña. Sin embargo, hay cosas en su vida que no pueden controlarse, como lo es el quedar plantada el día de su boda y el devastador accidente de auto del que es protagonista. Su existencia ha dado un extraño vuelco, demostrándole que todo lo creyó tener, no era más que un profundo vacío albergado en su corazón, lleno de confusión, dudas e inseguridades. ¿Acaso hay que perderlo todo para darte cuenta que no tenías nada? ¿Y si la única forma de encontrar el camino correcto es dejar que tu vida se derrumbe? Bradley Osbourne es el fisioterapeuta encargado de la rehabilitación de Ashley, quien no solo pondrá a prueba su voluntad y resistencia ante la feroz batalla por la que atraviesa, sino también lo hará con su corazón. Hay caminos destinados a cruzarse, y aunque ninguno podrá estar preparado para las cosas que se avecinan en sus vidas. Ocultar la irresistible atracción que los conecta, será el mayor desencadenante que provocara una explosión de secretos que nunca debieron salir a la luz, y entre ellos, uno que probablemente termine por oscurecer la poca luz que sigue iluminando sus vidas. ¿Podrá Ashley salvaguardar su corazón en las manos de la única persona que le ha empezado a dar sentido a su vida? ¿Podrán sus manos sanar todas sus heridas?
Leer más—Estoy lista para bajar.
Con una radiante sonrisa, Ashley termino de arreglar el hermoso velo que decoraba su cabeza, acortando la distancia y situándose frente a su progenitora, que se encontraba con un gesto nervioso y curiosamente inquietante.
—¿Qué tienes, mamá? —inquirió Ashley, colocando sus manos sobre los hombros de su madre— Este es el día de mi boda, no quiero que estés triste.
—No es nada de eso, cariño.
—¿Entonces…?
—Se trata sobre Nico, Ash.
—¿Qué pasa con Nico? ¿Acaso quiere derribar estas puertas por qué me he tardado mucho? —manifestó Ashley de manera burlona—. Si es así, no debemos hacerle esperar más, me encuentro lista.
La madre de Ashley hizo una larga pausa, antes de esbozar en voz baja la causa por la que lucía tan nerviosa.
—Nico no va a venir, Ash.
En la mente de Ashley no pasaba ningún pensamiento negativo, por lo que siguió tomando las cosas con relativa calma.
—¿Cómo que no va a venir? —ella levantó la cabeza al reloj pegado a la pared—. Debe de estar atascado en el tráfico. Esperemos unos minutos más… o mejor le llamare ahora. —camino hasta la mesita donde reposaba su celular, y tras varios intentos de llamarle a su prometido y que la llamada se desviara, volvió a centrarse en su madre— La señal está muy mala, pero no tardará en llegar, mientras haz que los meseros distribuyan algunos aperitivos… ¿mamá?
Cinthya, su madre la seguía observando en silencio, sin tener la menor idea de cómo proseguir ante la reacción de su hija.
No parecía tener ni la menor idea.
Y, por ende, no le quedaba más opción que decirle las cosas de manera directa y sin tapujos.
—Nico no está atascado en el tráfico. Su mejor amigo acaba de llegar diciendo que ha tomado un avión rumbo a España… junto a una chica.
Ashley empezó a negar con su cabeza de manera efusiva, esta vez sin querer creer en las palabras de su madre. —¿Cómo puedes creer todo lo que Jacob dice? El mismo Jacob que se la pasa haciendo bromas de mal gusto… no necesito ese tipo de vibras ahora, pero para que sepas que todo es una mentira, iré yo misma a preguntarle.
Sin esperar una respuesta, abrió la puerta de la habitación y se encaminó hasta el ascensor, con la intención de bajar al lugar donde se llevaría a cabo la recepción. La novia no debía mostrarse antes que el novio, y aunque sus pensamientos le empezaban a jugar una mala pasada. No tardó mucho en darse cuenta que su padre estaba teniendo una acalorada discusión con los que serían sus suegros.
«Algo anda mal»
Ella no quería admitirlo, pero los vellos de su cuello se levantaron cuando comprendido que nada bueno estaba por suceder.
«Aguanta, no hagas conclusiones precipitadas»
—¡Nosotros no sabíamos nada de esto! —alegaba el padre del ausente novio, reteniendo a su esposa atrás suyo. No quería confrontaciones, pero era más que obvio que el padre de Ashley no se quedaría de brazos cruzados ante el acto de cobardía que estaba presenciando por parte del novio.
—¡Papá! —exclamo en voz alta, captando la atención de la mayoría de los invitados— ¿Qué estás haciendo?
—Ellos debían saber que su hijo planeaba huir con una amante ¡por favor! Ese inepto se las verá conmigo en el momento que aparezca, porque yo me encargaré de eso.
—Ash, querida. —la madre de Nico, Reina, se encamino hacia ella— no entiendo lo que está pasando por la mente de mi hijo, pero te aseguro que lo vamos a solucionar.
—Esto no puede estar pasando… él dijo que me amaba, que estaría conmigo durante el resto de nuestras vidas. —Ashley se llevó ambas manos a su rostro, sosteniéndose a sí misma mientras la información se digería en su cabeza.
—Ashley… —Jacob se precipitó a ella, no sin antes ser detenido abruptamente y ser tomado a fuerza por la chaqueta por parte del padre.
Ashley le miró fijamente, con las lágrimas ya precipitándose por sus mejillas—¿Por qué me dejo, Jacob? Tú eres el único que sabe los verdaderos motivos.
—Dijo que tomaría un vuelo a España, quería que les dijera a sus padres que los sentía, y a ti… que no estaba preparado para todo lo que conllevaba casarse contigo. —Jacob no quiso terminar la frase, pero de manera discreta y para que solo Ashley pudiera entender la referencia, paseo los ojos por su estómago.
Ella no tardo en captar lo que Jacob quería decirle. Lo que casi la lleva a caer de bruces, sino fuera por su madre, quien la sostuvo cuando su cuerpo se sentía débil y sin fuerzas.
Nico sabía que estaba embarazada.
Él jodidamente sabía que estaba esperando a su hijo.
Pensaba que ese secreto todavía estaba muy bien guardado con la prueba de embarazo envuelta en una pequeña caja de regalo, misma que le daría durante su noche de bodas. Al parecer lo había descubierto, y con ello había tomado la decisión de que no podía cargar con una esposa embarazada.
Y eso le dolió todavía más que el hecho de que huyó con compañía. Odiaba ser protagonista de escenas con tan alto drama, pero a pesar de sus prohibiciones, no podía expresar como sintió su corazón quebrarse en miles de pedazos, la presión en su pecho era asfixiante, a pesar de ello, sintió una oleada de furia en su cuerpo, y no dudo en desquitarla con todo lo que encontrara a su paso. Inclusive si los invitados estaban presenciando de primera mano toda la escena.
¿Qué novia se imagina que el día más feliz de su vida quedaría plantada por el hombre que amaba?
Los susurros no tardaron en llegar, y con ello algunas risas por parte de personas que desde un principio deseaban que tal boda no se llevara a cabo, aunque jamás lo demostrasen.
Bueno… hasta ahora.
—Ash, bebé, debes calmarte. —suplico su madre, tratando de detenerla. Sus intentos eran inútiles, nada lograba hacer que su hija cediera ante sus palabras, al contrario, lo único que hacían era avivar el dolor que sentía y que poco a poco se transformaba en enojo e impotencia.
En pocos minutos había derribado la mayoría de las mesas, hecho añicos la decoración de cristal, y serpenteado su vestido de novia.
Todo se detuvo cuando su padre la tomó por la cintura, impidiendo así que se autolesionara.
—Detente, hija. Nada de esto lo solucionara.
Ashley intento zafarse de los brazos de su padre. —¡Suéltame, papá!
—No lo hare hasta que te calmes, puede ser perjudicial para ti.
—Ya estoy calmada. —musito en voz baja, dándose por vencido— Estoy calmada. —volvió a repetir, y esta vez pudo librarse. Por lo que con pasos erráticos se dirigió a Jacob, con un solo objetivo.
—Quiero que le digas a Nico que algún día se va arrepentir por hacerme esto. Los imbéciles como él siempre terminan en la ruina. Espero que llegue a disfrutar la estadía en España con su amante… —Ashley les dio una última mirada a los padres de Nico— Díganle a su hijo que se pudra en el mismísimo infierno.
—No quiero estar aquí, hermano. —el tono tembloroso en el que Evie hablaba hacía que Bradley tensar su mandíbula, logrando que sus rasgos suaves, se tornaran duros e inexpresivos. Para ninguno era un secreto que estar aquí era más una obligación que una necesidad o amor. Ambos se detuvieron frente al inmenso portón de la penitenciaria, entregando sus respectivas identificaciones para poder ingresar sin mayor problema. Bradley colocó su mano sobre la espalda baja de Evie, una pequeña señal de que todo marchara bien y que confiara en él. Un toque reconfortante que lograba que Evie se relajara.El largo pasillo estaba un poco aglomerado de visitas, pero el destino de Bradley y Evie era el pequeño hospital improvisado, donde estaba la mujer que le había dado a luz. Su progenitora, por qué llamarla madre sería un eufemismo. —Por aquí. —el guardia termino señalándoles una habitación, del cual podía verse el interior a través de una gruesa ventana de cristal.Mientras ellos avanzaban, o
La semana paso y, día a día, Ashley empezaba a notar pequeños cambios, aunque sabía que nada podía cambiar de la noche a la mañana, tenía que seguir manteniendo una buena actitud y esperar con paciencia. Sin embargo, lo que más estaba comenzando a estresarla era el hecho de que cuando salía de su habitación, muchas miradas se centraban en ella, formando una sensación de incomodidad en su pecho. Una sensación que empezaba a sentirse extraña y un tanto perturbadora. «No debería sentirme así» Pues no era nada nuevo el hecho de ser el foco de atención, con el tiempo se había acostumbrado que con solo el hecho de llevar el apellido Danvers y bueno… también Carlisle, el apellido de su padre, un hombre millonario hecho a sí mismo. Un magnate de negocios, era el equivalente a tener una vida que no era del todo privada, por mucho que trate de esconderse. Todo Chicago conocía de primera mano a la heredera de ambas fortunas. A la chica que se preocupaba por su apariencia y ser la envi
—¿Otra vez estás escondida en los jardines? —comentó la madre de Ashley, deteniéndose al lado de la silla. Ashley emitió un suspiro, dejando a un lado su libro para poder mirar a su madre. —Me gusta salir a tomar aire, aunque solo sea aquí al jardín. Estar tanto tiempo en la habitación me deprime. —se sinceró, tal cual su psicóloga le había aconsejado. Suprimir el dolor no era el antídoto que necesitaba para sanar, y aunque en las largas noches de insomnio lloraba por su bebé, necesitaba empezar a hablar sobre sus emociones. La expresión de Cinthya se suavizó tras las palabras de su hija, por lo que se puso de puntillas para tomar el rostro de Ashley, su milagro. —Lo sé, cariño. Pero debes avisarnos para poder acompañarte. —comentó con voz tierna—. Puedes venir cuando quieras, pero la enfermera debe estar contigo, puede que vuelvas a tener el accidente de la vez pasada. Me enferma saber que pudiste tener heridas mayores. Ashley sonrió al recordar ese momento, el golpe fue duro, y
La inquietud de Ashley era demasiado palpable para el personal médico que ingresaba a chequearla constantemente, que inclusive algunos se detuvieron para darle alguna palabra de consuelo. Hoy era el día que marcaba todo, ya sea para bien o mal. Sería el primer paso para su recuperación. Sería operada para aplicar un estimulador focalizado en su médula espinal. Ashley miraba de manera nerviosa a todos lados, mientras era transportada a la sala de operaciones. Dónde el cirujano Walas y un grupo de médicos estaban listos para hacer la intervención. —"Todo estará bien, cariño. Este el primer paso para tu recuperación". —había mencionado su madre poco antes de dejarla sola para la preparación. Ojalá fuera así, pero cabía la posibilidad de que existiera un rechazo, o peor aún, que su cuerpo no respondiera al estimulador. Sus esperanzas estaban demasiado bajas como para pensar de forma positiva, y eso sumado a la inestabilidad de sus emociones, la arrastraban hacia un túnel agr
Un héroe puede ser cualquiera, incluso alguien que sin intención puede poner un abrigo sobre tus hombros descubiertos, enseñándote que el mundo aún no ha terminado. Esos ángeles en tu vida son las personas que ayudan a sanar tu corazón hecho pedazos. Y en ese momento, te das cuenta, de la insensatez que cometes al intentar desmoronarte. Intentar derrumbarte cuando los pilares que te sostienen lucharán hasta su último aliento por verte feliz y realizada. Las siguientes semanas fueron para Ashley un simple borrón. Había empezado paulatinamente a alejar esa oscuridad que se cernía sobre ella, tentándola cada día a recaer. No era fácil. ¿Pero quién dijo que tenía que ser sencillo? Existían momentos en los que quería volverse invisible y desaparecer del mundo, pero había otros, en los que le sonreía y lograba olvidar parte de su dolor. Ashley emitió un suspiro y salió de su habitación, aún sentía extraña la sensación de tener que usar la silla de ruedas para movilizarse. Un mes y
Por primera vez en años y después de tener una cadena de reflexiones, Ashley tenía el recuerdo vivido del que una vez fue su mayor protector. Mark Danvers, el hermano de su madre. El hombre que la salvó en incontables veces. El tío Mark, que aparecía en los momentos justos y precisos. El mismo que desapareció un día y jamás volvió, causando dolor y angustia por saber de su paradero. Por qué, con su partida, existían más huecos que eran imposibles de descifrar.Era extraño que Ashley recordara momentos del pasado de manera tan repentina, pero los atribuía a su inestabilidad mental. Recordarlo le provocaba pesadez en el corazón, debido a que su misteriosa desaparición causa estragos en su pecho, y de una manera u otra, desequilibro a la ostentosa familia Danvers. Ashley estaba enfrascada en sus pensamientos, con la mirada perdida y olvidando por completo prestar atención al cirujano que le estaba explicando a sus padres como era el nuevo tratamiento para pacientes con paraplejia.
Último capítulo