Mila y Maximiliano se han encontrado por azares del destino, se enamoraron, se prometieron un futuro juntos, pese a que ambas familias estuvieran en contra. Un accidente cambia sus caminos, pero todo como toda aquella persona que tiene predestinada para si, en algún punto del camino, se volverán a encontrar, en el caso de ellos con medias verdades y un rastro de mentiras, intentando ambos encontrarse, aunque uno haya olvidado como regresar a casa.
Leer másAños atrás.
Seattle. E.U.
La noche era fría y empezó a llover, Maximiliano tomó del codo de Mila y le ayudó a subir al Bentley.
—Espera. ¿Qué te pasa? —preguntó Mila al ver a Maximiliano con su quijada tensa y sus ojos centellando rabia.
Maximiliano ignoró su pregunta, cerró la puerta, rodeó el auto hasta llegar a su lugar, encendió el auto y arrancó a toda velocidad provocando que ella se recargara al respaldo de su asiento.
Después de varios minutos de silencio ella habló.
—Voy a volver a preguntar, Maximiliano. ¿Qué es lo que pasa? —Maximiliano se giró un poco para mirarla al mismo tiempo que se detuvo en el semáforo en rojo.
— ¿Fue muy agradable la conversación con el hijo del embajador? —Mila entendió el motivo de su actitud. Celos, muchos celos de parte de él. Llevaba días con esa actitud y no entendía el por qué.
— ¿Hablas en serio, Maximiliano? —preguntó irónica, pero el semáforo cambió a verde y este aprovechó para acelerar y evitar responder. Mila puso los ojos en blanco y se dedicó a mirar por la ventana, perdida en sus pensamientos.
Maximiliano al ver que Mila se quedó callada y pensativa, se dio cuenta de su actitud de macho alfa. «No otra vez, malditos celos» apretó sus manos al volante y aceleró perdiéndose entre el tráfico.
Mila sintió un escalofrío, giró hacia Maximiliano quien seguía manejando a toda prisa, era como una sensación de alerta. Ella intentó animar la situación e ignorar.
—Sabes que te amo, ¿verdad? —Maximiliano quien siguió con la mirada hacia el frente, suavizó su rostro.
Después de unos segundos de silencio, accedió hacer las paces.
—Si. ¿Lo sabes tú? —el giró un poco su rostro para mirarla. Ella asintió, levantó su mano, dejó un beso tronado en su palma y lo aventó en el aire dirección a él, haciendo que Maximiliano sonriera, levantó la mano para atraparlo y ambos se guiñaron el ojo coquetamente.
Así de simple la tensión se esfumó en segundos. Maximiliano tomó la interestatal para llegar a las afueras de la ciudad. Tomó la mano de Mila y dejó un beso en su mano.
— ¿Qué es lo que ibas a contarme al finalizar la cena de beneficencia, nena?
Mila sonrió felizmente, era el momento de hablar. Y en el momento de levantar su rostro y mirar hacia Maximiliano, un auto del lado de él se estampó contra ellos, provocando girara sobre el aire y después cayeron al lago. Los gritos de Mila y Maximiliano se apagaron.
El agua era fría, la noche silenciosa, después a lo lejos se escuchó las patrullas, gritos de la gente del exterior y ambulancias.
Maximiliano abrió los ojos y de inmediato buscó a Mila, el agua estaba entrando por sus pies, la cabeza de ella estaba contra la ventanilla, su cabello rubio cubrió su rostro.
— ¡MILA! ¡MILAAAA! ¡NENA! ¡MILA! ¡DESPIERTA! —con dificultad intentó quitar el cinturón de seguridad de Mila, pero ella siguió inconsciente, el agua subió a gran velocidad, el auto se siguió deslizando más allá.
Una mano y después dos más agarraron a Mila y con dificultad la sacaron del auto, Maximiliano siguió atascado, el agua llegó a su cuello, la desesperación aumentó junto con el pánico. Cerró los ojos rogando a Dios que ella estuviera bien. El otro hombre intentó desatascar el cinturón, pero parecía imposible ya que su pierna estaba aprisionada. La respiración la contuvo cuando el agua llenó el espacio, intentó ayudar al hombre que peleó con el cinturón, pero Maximiliano lo detuvo.
¿Ese sería su destino?
El hombre se aferró a salvarle la vida, pero Maximiliano aceptó que muriese ahí, dentro del auto, ahogado, pero sabiendo que Mila pudo salir. Dejó de luchar al ver que sus posibilidades eran nulas, se maldijo dentro de él al pensar que debió de tener más tiempo para disfrutar la vida, de Mila, su alma gemela, su todo. Pero ahora era tarde...
...Y la oscuridad finalmente lo abrazó.
M I L AAños después...Los acontecimientos anteriores, las verdades ocultas, así como las mentiras a medias, habían salido finalmente a la luz y esclarecido. Raymond había sido cómplice de Carla, a la que quería como madre, pero al final, solo descubrí que era mi tía. Había finalmente hablado ese día en la habitación de Raymond, estaba cansada de seguir guardando culpa por lo que me hizo, a nuestro bebé, a mí y a Maximiliano, entendí por qué de su actitud,intentó hablar, pero Raymond, siempre la persuadía, ahora, ambos están pagando el precio de sus mentiras, un juez había hecho justicia alejado de la influencia de Raymond.Maximiliano había dado con algo muy importante: latumba dónde descansaba mi madre,tenía un lugar dónde poder co
M A X I M I L I A NOMila dobla su ropa cuidadosamente en su maleta, al ver que la estoy viendo, sonríe.―Ya solo falta lo del baño y listo, podemos irnos.―asiento, el personal ya estaban alistando todo para regresar a la ciudad, después del susto de anoche, necesitaba revisar que Mila estuviese realmente bien y yo mi rodilla, no había podido bajar la hinchazón, y eso me tiene preocupado. Tenía que estar bien para ella, para mí, para nosotros.―Me gustaría hacer algo. Solo tú y yo...―Dime...―ella se acerca, repasa mi rodilla y veo su frente arrugarse.―Sigue más hinchada, lo bueno que regresamos a la ciudad...―luego me mira, recordando que me estaba diciendo algo.―Quisiera hacer algo, mostrarte mi mundo, lo que he hecho en estos dos años... ¿Qué te parece?―No quiero sonar que quiero arr
M I L AHabíamos regresado a la cama, en silencio, lo necesitábamos, no recuerdo en que momento de la madrugada me quedé dormida; la luz ya entraba por las ventanas del camarote, se escuchaba a lo lejos las gaviotas y el movimiento del catamarán se mueve arrullando a cualquiera, siento el frío de la cama, abro mis ojos y veo que Maximiliano no está a mi lado, recuerdo lo de hace horas atrás, el corazón se me estruja. Yo llevaba a nuestro hijo y el accidente nos lo había arrebatado, aunque aún faltaban recuerdos, tenía esperanza de poder recordar y algo en mi interior, reclama justicia.― ¿Maximiliano?―me despierto por completo, me levanto y busco en el cuarto del baño, pero no está, se ve que se ha bañado, no veo la silla de ruedas, señal de que está en algún lugar del catamarán. Me pongo un cambio, de
M A X I M I L I A NOMis dedos acarian la piel desnuda de Mila, quien está dormida a mi lado, con su rostro recargado cerca de mi corazón, su mano descansa sobre mi estómago. Suben y bajan lentamente como un arrullo. El dolor de la rodilla había cesado después de tomar el medicamento, con cuidado, hicimos el amor, no nos había detenido el que mi rodilla estuviese alzada, una sonrisa escapa de mis labios, el catamarán se mueve en un arrullo constante por el mar, por un momento peleo para evitar cerrar mis ojos, no quería dormir, dentro de mí tenía temor de que todo lo que habíamos hecho, que su presencia, sus besos, sus caricias, solo fueran un sueño demasiado bueno, había pasado por tantas situaciones que por un momento había perdido la esperanza de tenerla a mi lado.―No quiero dormir...―susurro para mi mismo.―No quiero despertar
M I L AUn escalofrío me recorre de pies a cabeza cuando mis labios caen sobre los de Maximiliano, mi piel se eriza a un grado que me consterna, me separo un poco de nuestros labios y sus ojos aún siguen cerrados, sus labios enrojecidos, los entreabre para tomar aire.Un destello de recuerdo llega a mí en ese momento, es su rostro, no tiene barba, su cabello se pega a su piel por el sudor, mientras se mueve sobre mí, es un recuerdo muy caliente, sus labios están húmedos, se inclina hacia a mí y deja un beso, pero es un beso posesivo, de esos que no quieres que terminen, tira de mi labio y acelera más su embestida, el destello se evapora en la nada, cuando reacciono, Maximiliano me está observando.― ¿Estás bien?―mi cuerpo reacciona como un imán con su cuerpo, mis labios regresan a los suyos y poco a poco lo intensifico, él i
M A X I M I L I A NOMarco y el resto del equipo de seguridad me ayudan a subir al catamarán, Mila carga su pequeña maleta, noto que está temblando.—Espera…—le hago señas a Marco para que me entregue la frazada de hilo que está en uno de los sillones, estaba empezando a sentirme frustrado por no poder hacer las cosas por mí solo, le señalo a Mila discretamente, Marco le entrega la frazada y Mila se sorprende.—Gracias, hace frío…—sonríe.Me había puesto de mal humor, pero no lo mostraba, no quería hacer que Mila se arrepintiera en haber venido.—¿Es todo señor? —pregunta Marco con tres personas más, asiento, —Buenas noches. —el personal se retira, no los necesitaba si íbamos a regresar por la mañana para desayunar en el mu
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