Capítulo 29. Enamorada

M I L A

Habíamos regresado a la cama, en silencio, lo necesitábamos, no recuerdo en que momento de la madrugada me quedé dormida; la luz ya entraba por las ventanas del camarote, se escuchaba a lo lejos las gaviotas y el movimiento del catamarán se mueve arrullando a cualquiera, siento el frío de la cama, abro mis ojos y veo que Maximiliano no está a mi lado, recuerdo lo de hace horas atrás, el corazón se me estruja. Yo llevaba a nuestro hijo y el accidente nos lo había arrebatado, aunque aún faltaban recuerdos, tenía esperanza de poder recordar y algo en mi interior, reclama justicia.

― ¿Maximiliano?―me despierto por completo, me levanto y busco en el cuarto del baño, pero no está, se ve que se ha bañado, no veo la silla de ruedas, señal de que está en algún lugar del catamarán. Me pongo un cambio, de
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