ADELAIDA:
Abro los ojos que no supe cuando lo cerré y escucho la queja de Raizel.
—Maldición.
Su gran cuerpo trata de moverse, pero escuchamos pasos y nos quedamos muy quietos.
—No te muevas.
Me susurra casi inaudible y me aprieto más a su cuerpo para que capte que lo he escuchado.
Los pasos se escuchan más cerca del carruaje y dejo de respirar mientras el corazón golpea mi pecho de manera frenética.
Pero un fuerte gruñido se escucha fuera y los gritos ahogados no se hacen esperar.
—Debo salir.
Susurra el lobo y lo miro con los ojos bien abiertos.
—Raizel…
—Estaré bien preciosa, solo no hagas nada que delate dónde estás ¿De acuerdo?
Lo miro por unos segundos y luego asiento no muy convencido.
Raizel deja un beso en mi frente y de una patada abre la puerta del carruaje y sale con una habilidad increíble.
La puerta del carruaje se cierra de golpe y yo busco la manera de como mirar hacia fuera.
Por una pequeña abertura observo y miro dos lobos descuartizar los cuerpos de varios encapuch