Vincenzo se detuvo y la observó en silencio, sin mostrar ninguna emoción en su mirada.
— ¿Siempre he sido así, o debería haber sido siempre así? — su voz era baja y calmada, pero con un toque de ironía que casi no se notaba.
— ¿Crees que el puesto que me quitaste lo tendrás para siempre ?
Luca se puso instantáneamente pálido, claramente sorprendido por las palabras de Vincenzo.
Apretó los dientes, tratando de ocultar su nerviosismo, pero su voz tembló sin querer:
— ¿Qué quieres decir? ¿Qué te he robado? ¿No es cierto que siempre he sido yo quien te ha dejado a ti?
La mirada de Vincenzo se hizo aún más agresiva, como si pudiera ver todas sus mentiras y burlarse de él.
— ¿Cuántas cosas me has robado, Luca? — preguntó, con un tono cortante. Cada palabra caía como un martillo sobre el corazón de Luca.
— ¿Crees que todo lo que has conseguido estos años es lo que te corresponde?
— Me robaste mis logros, mis trofeos, e incluso mis amigos... — Vincenzo dio un paso tras otro,