La actitud despreocupada de Luca dejó a Enrico completamente sorprendido.
No podía creer que Luca llegara a la junta de accionistas con marcas de besos en el cuello, sin haberse preocupado ni un poco por arreglarse. ¿Acaso pensaba que la junta era un lugar donde podía hacer lo que se le viniera en gana?
La sonrisa de Enrico desapareció, y su cara se puso seria.
Uno de los directores, Carlos, que no se llevaba bien con Enrico, dijo de manera burlona:
— ¿Solo te divorciaste de Clarissa? Si no fuera por la relación de Clarissa con el Grupo Financiero Ferrucho, ¿quién se preocuparía por lo que tú haces fuera del trabajo?
Enrico, preocupado de que Luca dijera algo inapropiado, intervino de golpe:
— Basta, vamos a la sala de juntas. Lo importante ahora es resolver los temas del negocio.
Los directores, aunque molestos, guardaron silencio y decidieron esperar hasta llegar a la sala de juntas para regañar a Luca.
De repente, Luca miró al fondo y su actitud cambió al ver a un ho