—¿Cómo que Clarissa se fue de la casa? ¿Ahora por qué está haciendo tanto berrinche como para agarrar sus cosas y largarse? Caterina estaba disgustada. Su hijo había cometido algunos errores, eso lo sabía. Pero, si Clarissa quería hacer un show para conseguir regalos o dinero, era una cosa. Mudarse de la casa, sin embargo, era algo muy distinto. Si los medios se llegaban enterar, Luca volvería a estar en el ojo del huracán, diciendo todo tipo de cosas sobre él.
La empleada le sirvió café a Enrico y Caterina, pero evitó hacer cualquier comentario, manteniendo una cara incómoda. Caterina le pasó la taza a Luca, tratando de calmarlo, pero en ese momento notó las marcas en su cuello y muñecas. Su mirada se oscureció, como si quisiera ignorarlo. Pero Enrico ya había perdido la paciencia. De repente, Enrico tomó su taza de té caliente y la tiro sobre la cara de Luca.
—Pero ¡¡¿qué diablos haces?! —exclamó Caterina, furiosa por lo que hizo su esposo.
El líquido caliente lo hizo dar un salt