Giovanni dudó por un momento. Al ver el escalón donde estaba Clarissa, que no era tan alto, supo que si la empujaba desde ahí, no se lastimaría.
Le puso las manos en los hombros y empujó con algo de fuerza. Ella perdió el equilibrio y se cayó.
Clarissa no podía creer lo que acababa de pasar. Cuando sintió el golpe, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos, y no pudo evitar ponerse a llorar.
—¡Te odio, bobo!
—¡Te odio, te odio, por eso nadie te quiere!
Se levantó y salió corriendo.
Giovanni se quedó quieto, mirando sus manos... luego las apretó con fuerza.
Quiso ir tras ella, ayudarla a levantarse. Pero sabía que no tenía derecho.
Desde el fondo, Nicolás observaba todo sin mostrar ninguna emoción. De repente, se empezó a reír.
—Eres demasiado blando.
Se acercó a Giovanni, lo arrastró hasta la cima de la escalera y, de repente, lo empujó.
Giovanni rodó por las escaleras. Aunque intentó cubrirse la cabeza, la sangre no tardó en brotar.
Su camisa blanca volvió a teñirse de rojo.
No levant