En la casa de los abuelos de Giovanni siempre hubo alguien que se encargaba del aseo y hasta un chef que cocinó para ellos durante décadas.Cuando era más joven, Giovanni vivía con sus abuelos. Incluso cuando se fue al extranjero a estudiar, la abuela no se quedaba tranquila y mandó a ese mismo chef para que lo cuidara y se asegurara de que comiera bien.
Pero, cuando volvió a San León, Giovanni se fue a vivir solo. Casi siempre comía fuera, y solo cuando tenía tiempo se metía a la cocina. En realidad, no le gustaba que alguien invadiera su espacio.
Y por lo visto, Clarissa pensaba igual.
Giovanni entendió por dónde iba la cosa y le dijo:
—No quiero que te esfuerces por estar cocinando a cada rato.
—Un par de veces a la semana no me van a cansar —respondió ella, tranquila.
Solo pensaba que, ya que estaba en el súper, podía comprar algunas cosas para la casa y de paso ver qué prefería Giovanni.
Él sonrió un poco, con un tono suave en la voz:
—Vale.
—¿Hay algo que no te guste comer? —pregu