Giovanni pensó que su hermano era capaz de hacer algo tan ridículo.—¡¿Qué estás diciendo bobo?! —La señora Santoro, claramente molesta, miró a Roger y luego, con voz algo temblorosa, preguntó:
—Giovanni, no te atrevas a mentirme... ¿la contrataste...?
Hubo un silencio total por unos segundos.
Sí, nadie esperaba que esto pasara.
—Roger, ¿acaso a los actores pueden dejar de actuar un segundo y tomarse las cosas en serio? —Giovanni dijo en voz baja.
Roger no pudo aguantarse:
—¡¿Cómo no iba a pensar lo peor?! ¡No te veíamos por ahí con muchachas, y de la nada traes una esposa!
Eso sí que los agarró desprevenidos.
Giovanni se puso serio y levantó la mano de Clarissa.
—Me casé con Clarissa, en serio. Hoy fuimos a registrar nuestro matrimonio —dijo sin titubear, levantando su mano y la de ella para que la abuela viera bien su anillo y el de él.
La señora Santoro aún no había tenido tiempo para alegrarse cuando Roger lanzó un comentario que cayó como cubetazo de agua helada:
—Lleva un anillo.