KOSTAS
—Dame algo fuerte, Nick. Lo que sea que me haga olvidar.
Nick asiente sin preguntar, desliza una copa con licor oscuro y hielo y me mira con esa mueca de suficiencia que tanto me exaspera.
—Bebe. Y deja esa maldita cara de funeral, Kostas.
Lo miro fijamente, tomando la copa y sintiendo el frío en los dedos.
—No tengo otra, Nick. Y tú y yo tenemos que hablar. Ahora mismo.
Nick se recarga contra el estante de botellas, cruzándose de brazos, con una tranquilidad pasmosa.
—Me parece un excelente plan —dice, como si estuviéramos decidiendo qué cenar.
Bajo la voz, sintiendo la frustración quemarme por dentro.
—No debiste apoyar esta locura. Nunca. ¿Entiendes lo que significa? Ahora Melisa está en peligro.
Nick se ríe, un sonido corto y seco.
—Tú eres demasiado dramático, amigo. Crees a esa chica demasiado débil.
Yo niego con la cabeza, bebiendo un trago largo y amargo. No sabe nada. Absolutamente nada.
—No se trata de eso. No es que sea débil, es que es una carnada fácil. Una pieza q