Roman paseaba de un lado a otro en la habitación, sabía que algo andaba mal con su esposo, y no solo era la irritante presencia de su hermano, no, el príncipe últimamente rehuía su contacto, todas las mañanas fingía estar dormido hasta que el se iba de la cama y sus conversaciones al llegar la noche se han vuelto monosilábicas.
Amy abrió la puerta de la habitación, dió un pequeño salto al encontrarse de frente con el alfa.
-¿todo está bien?
-Creo que esa es mi pregunta
-¿Qué?
Roman se pasó la mano por el cabello y siguió caminando por el espacio con desesperación
-Amy no sé que hice, ¿si?. Me he dado cuenta que me estás evitando y no entiendo porque, te prometo que sea lo que sea voy a solucionarlo, pero necesito que me hables.
Roman tomó las manos de Amiel y acarició sus muñecas.
-¿estás enojado conmigo?
Amy contuvo las lágrimas mientras negaba con la cabeza.
-Lo siento
-¿por qué?
-Es solo que.- sus ojos se cerraron mientras lloraba, su voz se quebró antes de continuar.
-Sh, está bie