Mundo de ficçãoIniciar sessãoSalí al pasillo a los tumbos, agitada y sudorosa, un fuego horrible quemándome el estómago, el pecho cerrado. Tuve que detenerme a mitad de camino a la escalera, porque un súbito mareo me hizo tropezar. Me acerqué a los ventanales tratando de tranquilizarme y me quedé mirando sin ver hacia afuera, las luces distantes de la ciudad bajo el cielo nocturno.
Mi propio reflejo reclamó mi atención y me di cuenta que mi blusa aún tenía dos botones sueltos, y el encaje de mi sostén asomaba por el escote. Me apresuré a abotonar uno, y al hacerlo, la ínfima presión de la tela al tensarse sobre mi pecho me hizo revivir la sensación de sus manos cubriendo las tazas de mi sostén.
Los últimos diez minutos habían sido los más largos de mi vida desde que quedara en libertad, y sabía que podía considerarme por demás afortunada por lo q







