No recuerdo exactamente cuándo fue la última vez que la ví, bueno… el día en que llegó a la casa después de la muerte de Rayn, casi llegó a verla. Lástima que tuve que escapar, perdí la dicha de ver su reacción al admirar a su hijo muerto a través de las manos de su insípida esposa.
Lo que me sorprende es la pérdida de su gloria, esa piel magullada y cara hermosa que quedó en el olvido, solo para lucir un rostro deformado no por la vejez, sino por la violencia humana.
—La señorita es la cocinera que contrató la alcaldesa.
—Oh… entiendo. —La mujer me miró de arriba a abajo, como si analizará mi presencia, pero con el paso de los segundos, esa seriedad en su rostro solo fue reemplazada por una sonrisa apenas curvada y llena de una tristeza indescriptible. —Eres bonita, si mi hijo siguiera con vida, serías su tipo ideal.
Esta señora no sabe de qué habla.
Aunque es una alegría ver qué no me reconoció.
—Muchas gracias por el halago. —Dioses, no es halago, es una amenaza. —Lamento mucho la