Mi mortalidad quedó en el olvido cuando vestí esas presas dignas de una diosa, ni el día de mi boda me vi tan hermosa como hoy, donde el verde de mis prendas da un brillo nuevo a mi piel en conjunto a esas prendas de oro que tocan la estrella de la celestialidad.
El buen trabajo de la diosa y su hermano con tal de mostrarme,igual a una ninfa, funcionó, fui recibida en la gran ciudad de la eternidad con saludos de alegría y miradas de respeto al estar acompañada de la temible diosa de los terrores de los mares.
Además de cargar a uno de sus bebés, eso solo subió otro escalón de respeto en los demás que no pensé obtener tan rápido.
Aunque… este bebé me da un poco de miedo y ternura. ¿Cómo es posible que siempre tenga esa cara de amargado?
No me lo puedo tomar en serio cuando sus cachetes se inflan de esa manera, parece un pan crudo.
—La ciudad es hermosa. ¿Cierto? —Me pregunto la diosa, haciendo que desvíe la mirada de su hijo con tal de ver a mi alrededor.
No me fijé en la ciudad, la t