A las doce y media del día Simón y Emma descendían del vehículo en el estacionamiento de las oficinas de Robert, Emma estaba nerviosa por el trámite que empezaría, ahora por fin tendría un padre y apellido paterno.
Cuando llegaron a la oficina los recibieron muy bien, ya todos sabían que Emma era la hija de Robert y sinceramente les agradaba mucho más que la petulante Cecilia.
La secretaría los condujo a una oficina donde dos abogados le presentaron los documentos a firmar, no solo estaba el cambio de apellido, también el anexo a la herencia de Robert y la recepción de una tarjeta con cuenta de ahorros. Emma obnubilada, se giró para mirar a Simón que observaba toda la oficina con curiosidad, el joven le hizo un gesto con la mano para que prosiguiera, ya serían la una de la tarde y estaba muriendo de hambre.
Mientras Emma firmaba, Robert volvió a llamar a Simón, él contestó el teléfono saliendo de aquella oficina.
-¿Simón?
- Robert, dime
- ¿ estás en la oficina?- preguntó acelerado.
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