Desperté al día siguiente. Mi espalda me estaba matando. Sentí todo mi pecho mojado. Miré hacia abajo. Maive aún dormía sobre mí. No estaba tan caliente, pero comenzaba un cuadro preocupante de tos.
Me levanté y la puse en la cuna. Ni siquiera noté que estaba usando una manta hasta que cayó al suelo. Estaba tan confundido. Livy me dejó dormir en su casa y no me preguntó cómo sabía tantos detalles. Estaba aliviado.
Sentía tanta preocupación. ¿Sería muy malo decir que había una cámara dentro de esta casa? Y antes de que me juzguen. ¡No! Yo no instalé nada. Juan lo hizo. Juan me dio las contraseñas mientras estuviera fuera. Sucede que la forma vacía con la que Livy actuaba estaba comenzando a preocuparnos a todos. Pero nunca violé su privacidad. La imagen era oscura y casi no conseguía ver desde otro ángulo que no fuera por encima de varias cabezas. Claro que yo no habría elegido equipos tan malos, pero Juan no entiende del asunto como entiende de número de ventas. ¿Qué esperaba?
—¿Livy?