HardinNo passado em que eu vi Livy Clarke¿Noche? Aquello no era como una noche. Parecía más una pesadilla. Llegaba tarde, mojado. Mi coche se había averiado en la carretera. Ni siquiera tenía las alianzas que mi maldito hermano me había pedido que llevara a su boda. La boda que debería haber sido mía, y yo rechacé. Estaba en lo cierto, claro. No tenía por qué dejar a la mujer que amaba por alguien que no conocía. Pero era un joven idiota, y no tenía ni idea de las mierdas de decisiones que había tomado.Llegué a la boda tarde. Todo ya había comenzado. El novio ya había puesto el anillo en el dedo de la chica parada, justo en el altar. Ella lo miraba con admiración, y sentí envidia. Maila nunca me miraba de esa manera. Su admiración estaba más ligada a los regalos que solía comprar, y si eran lo suficientemente caros.Suspiré. No tuve valor para entrar en aquella iglesia. Ver aquellas estatuas de pequeños ángeles estaba empezando a atormentar mi mente. Mi cerebro se bombardeaba de im
Livy ClarkeLa brisa del viento me estaba dejando aún más ansiosa. Mi barriga estaba empezando a doler, y rogaba no empezar a tener molestias mientras él estuviera en la cama conmigo. Sería la peor de mis humillaciones, pero, aun así, tan típico de mí.Me puse y quité varios camisones durante casi diez minutos mientras lo esperaba. Mi corazón estaba muy herido. Aún no podía perdonarlo por lo que me había dicho en el altar. Quiero decir, toda novia sueña que llorará. Toda novia sueña que mirará a su novio de ensueño y él la mirará de vuelta, sonreirá. Pero ninguna novia imagina que su novio susurrará lo mucho más fea que se vuelve cuando llora. Cuando Daren confesó aquello, debo admitir que sentí que todo mi mundo se desprendía. Pero mi suegro siempre dijo que debía aprender a perdonar. Lo estaba intentando... Me estaba esforzando mucho.Sin esperar romanticismo ni besos... Encendí las velas. No quería que el ambiente estuviera claro, o él me diría lo mucho más fea que aún estaba. Limp
Hardin HollowayLa decepción podía sentirse desde lejos. Miraba a la mujer que amaba y sabía que ella recordaba aquella noche tanto como yo. En su memoria, había sido lo más hermoso que jamás había sucedido, mientras que yo lo transformé todo en un juego de venganza.Estábamos sentados, mirándonos, en un silencio ensordecedor. Solo podía oír sus bajos sollozos mientras sus hombros temblaban. Colocándose la servilleta en la nariz, Livy Clarke se secó las lágrimas y me encaró. Sus manos aún temblaban.—Quería mucho creer que esto es una mentira...—Quería que esto no fuera verdad... —Dije. Pero no me arrepentía de haberla conocido. No me arrepentía de que tuviéramos a nuestra hija. No me arrepentía de amarla tan intensamente de esa manera.—¿Cómo pudiste usarme así? —Me encaró. Su mirada de juicio me alcanzaba como una flecha en el pecho. Era tan doloroso como parecía—. ¿Cómo pudiste ser igual a todas las demás personas? Quería mucho, muchísimo, no recordarte. Quería nunca poder recorda
Livy ClarkeLa gente me usó toda la vida. Salí de aquella casa tan pronto como conseguí volver a la ciudad. Por supuesto que no dormí en el mismo lugar que Hardin. Era obvio que él no tenía ni idea de dónde estaba yo hasta ese momento.Estaba sentada en un sillón, rodeada de hombres con corbata, con sus trajes oscuros, y solo conseguía sentir un vacío creciendo dentro de mí.Todos me quitaron todo en los últimos años. ¡Nadie me quitaría nada más! Miré a Daren cuando entró en la sala. Aquel hombre, cuyo traje blanco deslumbraba toda la oscuridad del ambiente, tenía una sonrisa seductora en los labios. Era exactamente como aún lo recordaba.Mi memoria aún no había vuelto, y él se aprovechó. Pretendía arrancarme hasta el último centavo si pudiera. Pretendía arrancarme a mi hija, solo para enloquecerme.El juez se sentó a la mesa dos segundos después, pero yo seguí con la cabeza baja.—Vamos a dar curso al caso. El señor Daren Holloway alega que su exmujer lo alejó de la niña. Además de d
Daren HollowayTodo iba muy bien hasta que ella sacó aquel maldito papel del bolso. Eran nuestras palabras hasta ese momento. Yo llevaba unas malditas gafas de sol en pleno mediodía porque el idiota de mi hermano decidió golpearme la cara con más fuerza de la que debía.Debía ser el tipo más imbécil del mundo. Estaba sentado en el tribunal, luchando por una maldita niña que sabía que no era mía. ¿Qué no haría a cambio de unos millones? Aquel juez estaba arruinando mis planes mientras me miraba con aquella cara de idiota. Sabía que sentía pena por ella y, por eso, yo estaría muy jodido.—¡Estoy atestiguando la veracidad! —Protestó el abogado, mostrando una maldita hoja con la custodia de documentos. Era oficial, había perdido. Odiaba perder.Me estaba controlando para no gritarle o lanzarme a aquel cuello que parecía tan suave. Me culparía toda la vida por no haber aprovechado tanto potencial mientras tuve la oportunidad. Pero nada me daba más placer que saber que ya no estaba con mi h
Livy Holloway.Mis ojos aún estaban inundados de lágrimas. Tenía grandes bolsas en los párpados y un rostro realmente rosado. Mi maquillaje era un caos y mi cabello estaba completamente desordenado. Abracé al juez como si fuera una tabla de salvación.Claro que tenía miedo, pero saber que Daren ahora era arrastrado por dos guardias armados casi podía hacerme sonreír. Sabía que causaría un descontrol en él, pero nunca imaginé que llegaría a tanto. Sonreí cuando finalmente desapareció de mi vista.Lo sé, aquello parecía manipulador y tal vez lo era, pero había aprendido mi lección. Cuando dejan que jueguen con tu vida, te conviertes en un conejillo de indias. ¡No sería usada nunca más!El juez me liberó, me tocó el rostro y pude ver la preocupación en sus ojos. Me esforcé al máximo para convertirme en la más vulnerable de las mujeres. No es que realmente tuviera alguna defensa contra Daren Holloway.—¿Está bien ahora?—Él... Él... —Jadeaba, intentando buscar aire. Oh, merecía un premio
Hardin HollowayTiré el periódico sobre mi misma mesa donde estaba parado y cogí un cigarrillo. Hacía algún tiempo que no fumaba y estaba seguro de que aquel era un pésimo momento. Pero que se joda. Lo perdí todo. Tenía derecho...Escuché golpes en la puerta—. ¡Adelante!Entró Heric. Aún tenía el ojo morado. No hacía mucho que habíamos peleado, pero el hematoma en la comisura de mi boca indicaba que yo no había salido ileso.—Lo siento... —Caminó hacia el interior de mi despacho. Podía ver que estaba realmente arrepentido.—Discúlpame por las cosas que te dije. Reconozco que perdí el control. Estaba furioso.Él me encaró—. Lo entiendo muy bien... —Aquello sonó más como un murmullo—. ¿Pretendes volver con ella?Heric se sentó en la silla frente a mí. Agarró aquel periódico y comenzó a hojearlo. No necesitaba ir muy lejos para ver el rostro de Livy Clarke estampado en la primera página. Leyó aquello como una necesidad vital y vi cuando sonrió. Al menos, a mi amigo parecía gustarle de ve
Hardin Holloway—Ya no sé qué hacer...Juan me encaró. Sabía que los dos estábamos intercambiando algún tipo de señal—. Livy está imposible... Implacable... La última que hiciste, no lo sé, Hardin. La destrozaste por completo.Sentía cada uno de aquellos dolores en mi piel. Era como si me quemara por dentro. Aun así, ella no podía alejarme de la bebé. Empujé a los guardias y, cuando se vinieron encima de mí, Juan los sujetó justo detrás. Nunca esperé que me ayudara de esa manera. Tenía que acordarme de agradecérselo más tarde, a pesar de las mierdas que indujo a mi esposa a hacer.Livy se levantó. Estaba en la cabecera de la mesa, actuando como una verdadera autoridad. Veía en los rostros de aquellos hombres que la reunión parecía difícil.—¿Qué estás haciendo aquí?—Vine a hablar contigo.—¿Aquí? ¿Tenías que irrumpir en mi reunión? No puedes esperarme afuera, como la gente normal.Yo no era normal. No era especial, seguro. Pero había una circunstancia diferente en todo aquello… había