Livy ClarkDeberíamos conversar sobre todo, estaba segura de eso, pero mi rencor no permitía que aquello sucediera. Recordar cómo Hardin se declaraba a mí y luego besaba a su exesposa siempre era doloroso. ¿Y en cuanto a las mentiras? ¿Cómo podría Hardin explicármelas? ¿Cómo podría decirme que nunca hubo un bebé muerto y que él simplemente me odió intensamente durante todo mi embarazo?Me levanté de la cama cuando mi bebé lloró. De alguna forma, en aquella habitación de hotel, no me sentía solitaria. Me senté en una mecedora, acariciando al bebé mientras la niñera dormía en la habitación contigua. Probablemente, debería cuidar a la niña ahora, pero sabía lo cansada que estaba. Bueno, las dos lo estábamos. Hacía algún tiempo que no conseguía dormir bien.Ella ya había cerrado los ojos de nuevo cuando oí sonidos provenientes de la puerta. No eran golpes ni alguien intentando abrirla sin permiso. Era solo... no sé, ¿una impresión, quizás?Coloqué a mi bebé de nuevo en la cama y caminé ha
Hardin HollowayCaminé por el salón durante algún tiempo, observando las presentaciones, las armas. Inicialmente, no había ninguna señal de Livy Clarke. Después de dejarla apoyada en la puerta, aún temblorosa, estoy seguro de que pensó en mí toda la noche. No podrá ignorarme.Algunas mujeres se acercaron a mí, como solían hacerlo siempre en eventos como este. No me importan ellas, la forma en que intentan parecer atractivas, pero Livy Clarke necesita probar un poco de lo que me ha estado haciendo sentir todo este tiempo.– ¿De dónde eres? – Mi sonrisa forzada no prestaba la más mínima atención a lo que aquellas mujeres decían, pero aun así, fingía ser seductor y atento. Si supieran que nada de lo que hablaban estaba siendo comprendido...– ¿Todo bien? – Una rubia sonrió. Su rostro, envuelto en un maquillaje fuerte, dejaba explícito que no formaba parte del mundo de las armas. Aquella mujer buscaba un hombre rico y un acuerdo prenupcial si era lo suficientemente afortunada.– Sí, ¿por
Livy ClarkMis ojos aún volvían siempre hacia aquel hombre, abrazando a aquellas mujeres exhibidas. ¿Qué quería Hardin, al fin y al cabo? Se declaraba a mí una noche y, al día siguiente, estaba con otras mujeres. ¿Acaso durmió con ellas?Rodeaba una mesa de comida, sosteniendo un plato indiscretamente y sin ningún tipo de educación. Lo mantenía vigilado y no conseguía comer absolutamente nada. Resulta que aquellas risas llamaban mi atención.Pero mi corazón palpitó, tan acelerado y disparado, cuando una voz cercana a mi oído me llamó por mi nombre. Por un segundo, pensé que Eliot estaba aquí, pero no había aquella sensación mala en el estómago cada vez que él se acercaba. Me giré y encaré a un hombre de treinta años, tan guapo, pero que ni siquiera conseguía llegar a la mitad de la belleza de Hardin.– ¿Cómo sabe mi nombre?Él soltó una carcajada. – ¿Quién no sabe su nombre?Tenía los labios ligeramente curvados en una sonrisa sutil. Al menos era gracioso. – Oh, nunca pensé en eso.Él
Livy ClarkCatty me besó en un lado de la cara, mientras Tory besó el otro lado. No es que fuera algo importante, pero me sentí mínimamente deseado por primera vez en mucho tiempo. Me distraje un segundo. Un segundo desgraciado.Un segundo, y miré hacia un lado. Livy Clarke limpiaba el rostro de mi mejor amigo con un pañuelo y dirigía aquella sonrisa legendaria, hermosa, a una boca roja intensa. Notaba aquellas miradas de él y sabía que estaba contando algún tipo de mentira que la hacía un poco más feliz con él.Me levanté inmediatamente mientras las chicas se levantaban detrás de mí. Pero cuando intentaron sujetar mis manos, las empujé. Basta de dar celos... Todo lo que estaba haciendo era una farsa, pero lo que veía... Ah, aquel ambiente no lo era. Caminé rápido hasta llegar a ella. Todo mi cuerpo estaba entumecido de rabia.Livy se sentó a su lado en un sofá. Estaban poco alejados cuando los alcancé. Ninguno de los dos notó cuando llegué. Era como si la preocupación de Livy Clarke
Livy ClarkPodría encarar el rostro canalla de Heric, que aún estaba sentado en su cómodo sofá, probablemente viendo una escena que consideraba divertida. Podría mirar a todas aquellas personas que nos miraban a los dos como animales salvajes, peleando por un trozo de carne apetitosa. Pero no, no conseguía apartar mis ojos de la expresión de culpa en el rostro de Hardin Holloway. Fue así como percibí que nunca estuve equivocada. Ah, cómo dolía tanto. No tenía idea de que sentiría tantas emociones malas mientras lo miraba.– Entonces es verdad... – Cerré mis ojos, intentando absorber aquel dolor tan intenso. – Tanto deseé que fuera mentira. Cuando lo descubrí... Hardin, nunca pensé que te odiaría como ahora.– Espera... ¿Puedo explicártelo? Por favor, vamos a conversar afuera. ¡Todas estas personas no tienen que saber lo que te hice!Alcé mi barbilla, pero no por soberbia. Había lágrimas que querían salir y ya no podía permitir que fueran derramadas por él otra vez. – ¿Por qué? ¿Te ave
Livy ClarkCerré la puerta de la habitación, golpeándola con toda mi rabia contenida. Me apoyé en aquella madera y sentí la falda rasgarse, tanto como mi garganta cuando grité de dolor. Deseé tanto, tanto que todo fuera mentira. Deseé durante tantas noches que Hardin lo negara...Abracé mis piernas y cerré los ojos mientras intentaba mantener la calma para no despertar a mi hija en la habitación contigua después de todo el espectáculo que había montado.Escuchaba los toques en la puerta, que pronto se convirtieron en golpes y luego en patadas violentas. Intenté absorber aquellos impactos como sentía cada puñalada en el pecho, pero fue tan inútil. Cada vez que golpeaba, sentía un dolor irradiando por todo mi cuerpo.– ¿Livy? ¡Abre la puerta! Maldita sea... Tenemos que hablar. ¡Abre esto! ¡Abre! ¡Abre ahora o voy a derribar esta maldita puerta!Podía oír sus respiraciones, sus sollozos, su llanto. Podía oír su sufrimiento. Entonces, me levanté de aquel suelo helado y abrí la puerta. Él
Livy ClarkApenas tenía fuerzas para bajar las escaleras de aquel escenario. La última arma presentada y ya había tantos compradores. Aún no conseguía entender el tamaño del destrozo que Daren había hecho en la empresa, pero esto, con seguridad, arreglaría los problemas mayores.Un hombre me ayudó, sujetándome de una de mis manos. Siempre recibía un cariño extraño al que nunca me acostumbraría, pero ni siquiera estaba mirando aquello. Mi cuerpo estaba presente, pero mi alma se había ido a cualquier lugar donde estuviera Hardin. Me sentía destrozada por dentro y, a cada paso que daba, un pedazo de mí se desprendía un poco más. Era doloroso.Aún conseguía ver sus ojos justos frente a mí. La forma en que parecía no saber... Mi mente acumuló aquella mirada de desesperación suya y me llené de paranoia. ¿Y si tal vez él no lo sabía? No... Hardin siempre guardó un secreto. Confesó que mintió. ¿Cómo podría no ser eso? ¿Qué más no me había dicho?Saludé a la gente y entonces me aparté. La prim
Livy ClarkEl viaje en avión me dejó completamente agotada. Eliot me perseguía, hablando de números que no quería saber. Había llegado el día anterior y aún no había podido dormir. Perseguir a Hardin Holloway se había convertido en mi nuevo pasatiempo, pero solo sería divertido si lograba encontrarlo.Me senté a la mesa y froté mis dedos en mi cabello suelto. Estaba exhausta. – Por favor, ¡dejemos esto para mañana!Eliot me miró fijamente, buscando respuestas en mi rostro, pero no respondían nada. Ni siquiera yo respondería, porque no sabría qué decir. – ¿Está todo bien? ¿Sucedió algo?– Estoy bien. Por favor, solo déjeme sola.Él tomó mis manos, y fue delicado, pero aún me sentía extraña con un toque como el suyo. – Estoy aquí si quieres hablar. Siempre que quieras desahogarte... Estaré aquí contigo.Solo asentí con la cabeza. Cogí mi teléfono y llamé a la cocina. – Por favor, dígale a Maila que traiga un café bien fuerte.Ya no necesitaba el café. Salté de la silla cuando aquel homb