-Llegué- Suspiró Meri quitándose los zapatos en la puerta de entrada. Había sido una jornada agotadora, especialmente porque había perdido el ritmo explosivo del hospital luego de tanto tiempo de licencia.
-Hola cariño- exclamó Adriel asomándose por la puerta de la cocina con el rostro blanco por la harina y un delantal floreado también manchado de cosas extrañas que prefirió ignorar- ¿Jazmín está bien?.
Meri caminó hacia la cocina, haciendo la vista gorda a la pila de platos usados que su esposo había utilizado innecesariamente solo para hacer unos fideos con salsa para la cena- Está estable, eso es lo importante- Dijo cayendo en el taburete del desayunador y apoyando su frente sobre el frío mármol de la mesada para aliviar, aunque sea un poco, la migraña que se estaba asomando- ¿Y los niños?- Preguntó al darse cuenta de que la casa estaba muy silenciosa.
-Los dejé en su cuarto jugando videojuegos- Dijo con ánimo- Era la única forma de distraerlos mientras cocinaba, últimamente a Thi