ANDY DAVIS
Los minutos dilataron y se volvían eternos mientras Damián revisaba los papeles, uno por uno, como si fuera a cerrar un trato millonario y cada letra chiquita fuera una trampa mortal, pero… a diferencia de un contrato comercial, ese no tenía letras pequeñas y hablaba de la salud de nuestro hijo. ¡¿Por qué tenía que pensarlo tanto?!
—¡Ya firma! —exclamé tentada a presionar su mano que sostenía el bolígrafo contra las hojas. Cuando volteó levantando una ceja y sus ojos cargados de arrogancia, me sonrojé y tuve que desviar la mirada—. ¿Por favor?
—Lo haga en este segundo o a las 11:59… nada cambiará. ¿Lo entiendes? No es que vayan a someternos al procedimiento en cuanto garabat