RACHEL MONROY
—Bastián Le Blanc fue descubierto cometiendo toda clase de fraudes desde el despacho que tenía con Andy —dije con un suspiro mientras veía la taza de café frente a mí—. Lo metieron a la cárcel y confiscaron sus cosas. Iniciaron investigaciones, pero lo único que no han logrado descubrir es como ingresar a los datos encriptados en su computadora.
—Ajá, ajá… y ¿luego? —insistió Lucien inclinándose hacia delante para verme mejor—. ¿No tienen policía cibernética dedicada a trabajar en esa clase de situaciones?
—Sí, pero… extrañamente no lo han logrado —dije pensativa, persiguiendo por la mesa la respuesta.
—¿No lo han logrado o no lo han intentado? —preguntó Lucien escurriéndose en su silla, con una sonrisa malvada y unos ojos que denotaban inteligencia y ambición—. Perdón, déjame ser más claro, ni siquiera los han contactado. Hay eruditos en informática que han descubierto cosas impresionantes, pero… ¿no pueden con una simple contraseña?
—¿Insinúas que…?
—¿Qué alguien no de