DAMIÁN ASHFORD
—Este pequeño también necesita un lugar más cómodo donde dormir —dijo Andy tranquilamente mientras tomaba a Esteban en sus brazos. El pequeño se removió inquieto hasta que encontró la posición correcta. Movía su boquita como si estuviera amamantando y sus manitas se aferraron a la blusa de Andy, quien lo veía con piedad—. Te espero arriba.
—Iré de inmediato —respondí levantándome del sofá, pero antes de alcanzarla, el auditor se puso entre nosotros, bloqueandome el paso.
—Mi papá quiere hablar contigo —agregó Andy y aunque intentó sonreír, también parecía sentir lástima por mí.
—¿Hablar? ¿Qué no hablamos ya lo suficiente? —pregunté frunciendo la boca mientras mis ojos se quedaban clavados en los del auditor, que por fin señaló el sofá del que me había levantado para que me volviera a sentar—. Bien, supongo que no tengo opción.
»Irónico, porque es mi casa y debería de mandar en ella, no ser mandado. —Me dejé caer sobre el sofá con apatía, mientras que el auditor toma