ANDY DAVIS
—¡Andy! ¡No nos dejes! —gritaba con desesperación Molly, con los ojos llenos de lágrimas y sosteniendo el osito que mamá le había regalado hacía años, como si volviera a ser una niña, mientras yo metía mis cosas a una pequeña mochila, lo que pensaba que sería suficiente para sobrevivir afuera—. No te vayas.
—Vámonos de aquí —susurré acercándome a ella, tomándola de las manos con firmeza, mientras su rostro pasaba de la tristeza a la indignación—. Encontraremos la manera…
—¿Y dejar a papá solo? —preguntó sorprendida, como si no me reconociera—. Mamá acaba de morir… él… nos necesita.
—Mamá murió por su culpa, y si seguimos aquí, nos pasará lo mismo —expliqué con los ojos llenos de lágrimas. Aún llevábamos la ropa negra que habíamos usado en su funeral. Era una herida fresca que palpitaba y sangraba.
Molly apretó los labios y retrocedió, soltando mis manos y negando con la cabeza.
—Papá nos necesita —susurró, esta vez decepcionada—. Si te vas… lo vas a romper más.
—Me estás p