DAMIÁN ASHFORD
Sentí el ardor del enojo treparme por la espalda cuando vi la facilidad con la que ese hombre tocaba a Andy, su mano recorriendo su brazo y la cercanía cómoda entre ellos era insoportable de tolerar.
Andy le dedicó una sonrisa, y mi sangre hirvió. No podía soportarlo. Una sola frase comenzó a causar eco dentro de mi cabeza: ella debía estar conmigo.
Esto iba a ser un infierno y apenas estaba comenzando.
No me gustaba la sensación de perder el control y, sin embargo, aquí estaba, completamente fuera de mis casillas, esperando el momento para golpear a ese tipo en la cara. Solo estaba esperando una sola palabra, el más mínimo motivo para tomarlo por el cuello y destruirlo con mis prop