DAMIÁN ASHFORD
—Solo prométanme que no harán nada peligroso ni que implique sangre y muerte —sentenció mi hermana volteando hacia mí—. Deben de aprender que no pueden solucionar todo en esta vida de esa manera.
—Lo prometo —contesté de inmediato y ella solo asintió antes de alejarse, aún con un poco de desconfianza, pero queriendo creerme.
Lucien y yo nos quedamos en silencio hasta que sus pasos se volvieron lejanos y después inexistentes.
—Mentiroso de mierda —siseó Lucien con una sonrisa venenosa.
—¿Qué querías que le dijera? Solo se iba a preocupar. —Me encogí de hombros y me dejé caer sobre el sofá—. Si quisiera una salida legal y llena de paz, no hubiera venido contigo. No sería lógico.
—¿A quién quieres matar? —Puso los ojos en blanco en el momento que el ama de llaves llegó con dos vasos, hielo y una fina botella de cristal cortado llena de whisky.
—No solo lo quiero matar… quiero despedazarlo y quiero quitarle todo lo que tiene. No quiero que quede nada de él en la faz de