LUCIEN BLACKWELL
Posé la mano en mi pecho, dolía, como si mi corazón estuviera congelado y cada latido que diera fuera doloroso por quebrar ese hielo, encajándose las frías astillas, desangrándome por dentro.
El silencio de Damián solo me confirmó que estaba de acuerdo conmigo. No me sorprendía. Lo había visto junto a Andy. ¿No estaría dispuesto a hacer lo mismo que yo, si ella le faltara? Tal vez le costaría por los niños, pero sería una idea que nunca lo abandonaría y cada día anhelaría la muerte para volver a estar con ella.
—Camille le ha dado un sentido diferente a todo, y me gusta, se siente bien. —Tragué saliva con dificultad—. Ella es mi libertad y esa última pulgada de bondad que siempre me pidió mi hermana conservar. Con Camille… se siente tan bien estar vivo.
»Y sé que entiendes muy bien a lo que me refiero. Lo sé por cómo miras a Andy.
Damián me respondió con su silenciosa calma. Comprendía lo que decía, porque él también lo vivía, porque él era igual que yo.
—¿No es c