CAMILLE ASHFORD
Todo el camino fuimos en silencio. Mi mirada no se apartaba de la ventana y mi mente estaba completamente en blanco. La decepción y el rechazo de Damián aún me corroía el alma. Ya comenzaba a extrañar a los mellizos y a Andy, y de pronto ese odio tan pequeño y casi inexistente que sentía hacia Lucien, empezó a cobrar forma.
No me había dolido tanto sus humillaciones y sus dedos clavados en mi carne, como que me obligara a alejarme de mi familia. Estábamos haciendo las cosas por las buenas, pero en realidad eran por las malas, porque tenía miedo de lo que fuera hacer si me resistía.
Cuando por fin llegamos a su mansión, me abrió la puerta de su auto y me ofreció su mano para poder bajar, pero simplemente lo ignoré y arrastré los pies de regreso a su hogar, no él mío, jamás podría serlo.