CAMILLE ASHFORD
Entré presurosa a la oficina de Damián. Solo podía escuchar mi taconeo y ese pitido en mis oídos, producto del estrés. La imagen que encontré dentro era muy tierna. Los niños estaban tirados de panza sobre la elegante alfombra, usando los costosos bolígrafos para dibujar en hojas membretadas, mientras Andy y Damián hablaban muy cerca el uno del otro, viéndose con adoración y compartiendo sonrisas cargadas de complicidad y amor.
Eso era lo que yo quería, una familia bonita, pero… ¿Lucien podía dármela? Esa voz que parecía ser mi conciencia me gritaba que no, que él no era el indicado, que solo volvería a sufrir a su lado, que no habría un final feliz.
—¿Camille? —preguntó Damián al encontrarme paralizada en la entrada—. ¿Estás bien?
De inmediato rodeó el escritorio y se acercó, pero se detuvo en cuanto notó la presencia oscura que acechaba detrás de mí. No pude evitar cerrar los ojos, como niña descubierta en mitad de una travesura, esperando el regaño.
—Dime que no e