—Leo... tienes una cita esta tarde. Ajusté tu agenda para que tengas tiempo—
Tomo las manos de Dayanara y le sonrío.
—Gracias por tu ayuda... Has sido como una hermana para mí—
—¿Una hermana...?— Su voz tiembla. Sus ojos me miran con una intensidad extraña
—Sabes bien que no es así... Lo hago porque te amo—
Antes de poder reaccionar, la puerta se abre de golpe. Liliana entra, su rostro es una mezcla de sorpresa y rabia contenida.
—Vaya... lamento interrumpir su velada—
—¿Sucede algo, Liliana?— pregunto, soltando con calma las manos de Dayanara, aunque una incomodidad se instala en mi pecho.
—No, solo venía a decirte que... es un niño lo que vas a tener—
Mi cuerpo se congela.
—¿Qué...? ¿Un niño?— Mi voz sale entrecortada.
—Sí, Georgina acaba de llegar del hospital. Todo está bien...— Pero su tono cambia, su mirada oscila entre Dayanara y yo, cargada de reproche.
—Espero que seas feliz... a costa del sufrimiento de otros—
Siento cómo el aire se espesa en la habitación.
—¿De qué demonios