—Es horrible... —Liliana llega cansada y estresada, dejando caer su bolso con frustración.
Sandro los tenía a todos trabajando horas extras.
Mi renuncia no valió de nada, y cada vez que intentaba enviarla por correo, era rechazada sin explicación.
—No lo has visto... Tiene ojeras y está insoportable. Nos grita por todo. Puedo decir que esta más delgado—
—Ya veo... él hace mucho ejercicio, no te hagas una idea equivocada. Posiblemente estará molesto porque la amante se reveló— se ríe.
—Vuelve con él. Esta semana ha sido un infierno por tu culpa. De algún modo, creo que tú eres la única que puede controlar a esa bestia—
—No, no quiero nada con él ¿o caso ya estás harta de mí?—
—No seas dramática, no es así... ¿Cómo has estado?— Suspira y me observa con detenimiento.
—Bien... La panza está mucho más grande, ya no la puedo disimular—
—¿Qué esperabas? Tienes dieciocho semanas... ¿Aún no se mueve?—
Niego con la cabeza.
—Ya lo hará en su momento... Oye... Qué raro que el director