—Es horrible... —Liliana llega cansada y estresada, dejando caer su bolso con frustración. Sandro los tenía a todos trabajando horas extras. Mi renuncia no valió de nada, y cada vez que intentaba enviarla por correo, era rechazada sin explicación. —No lo has visto... Tiene ojeras y está insoportable. Nos grita por todo. Puedo decir que esta más delgado— —Ya veo... él hace mucho ejercicio, no te hagas una idea equivocada. Posiblemente estará molesto porque la amante se reveló— se ríe. —Vuelve con él. Esta semana ha sido un infierno por tu culpa. De algún modo, creo que tú eres la única que puede controlar a esa bestia— —No, no quiero nada con él ¿o caso ya estás harta de mí?— —No seas dramática, no es así... ¿Cómo has estado?— Suspira y me observa con detenimiento. —Bien... La panza está mucho más grande, ya no la puedo disimular— —¿Qué esperabas? Tienes dieciocho semanas... ¿Aún no se mueve?— Niego con la cabeza. —Ya lo hará en su momento... Oye... Qué raro que el director
Liliana regresa a casa, y me apresuro a secar mis lágrimas antes de acomodarme en el sofá. —¿Todo bien en la cena con ellos...?— pregunto con fingida calma. Pero su mirada se desvía a mi mano, y su expresión se congela en asombro. —¿Qué es eso tan precioso que cuelga de tu dedo?— Me remuevo, incómoda. —E-esto... es solo para no quedar mal delante de los invitados en la presentación— Liliana entorna los ojos. —Así que ya te contó— Siento un nudo en el estómago. —¿Por qué no me lo dijiste?— —Técnicamente me pidió que cerrara la boca. Quería darte la noticia él mismo, pero creo que fue lo mejor... —Toma mi mano y observa el anillo con detenimiento—Por Dios... este anillo solo se compra una vez en la vida— Mi pecho se aprieta con fuerza. —¿Por qué?— —Porque es un anillo para el amor de tu vida y nadie más. Cuando lo compras, registras tus datos y ya no puedes volver a adquirir otro.— Mi respiración se vuelve pesada. ¿Por qué compraría algo así para mí? Liliana me observa c
Hoy era el gran día de la presentación y la última vez que participaría en un evento de la empresa. A partir de hoy, Reino Unido sería solo un recuerdo. Me marchaba con la certeza de que nada volvería a ser igual y con la sensación de llevarme una parte de este país conmigo. Liliana me daba los últimos retoques de maquillaje antes de ir por mi vestido rojo. Lo elegí con cuidado: cómodo, pero elegante, acorde con mi embarazo. Su tejido satinado brillaba bajo la luz, con un corte suelto que caía hasta un poco más arriba de mis rodillas. De un solo hombro, dejando uno al descubierto, mientras que el otro se cubría con una manga ancha. Me ondulé el cabello y apliqué un labial rojo intenso con un toque de brillo. Tacones negros, bolso a juego y un anillo reluciendo en mi mano. Cuando me vi en el espejo, me costó reconocerme. Una mujer segura, lista para brillar por última vez. —¡Wow! Pareces una mujer adinerada. Definitivamente, Dayanara no es tu competencia... tú eres la competenc
—Madre, ella es Georgina— Muestra una amplia sonrisa, cuando me presenta con ella. —Georgina, ella es mi mamá— Sus ojos bajan lentamente hacia mi vientre, y un peso incómodo se siente en el aire. —¡Oh, Dios mío! Es mi nieto, ¿puedo tocar?— Su sonrisa es cálida, pero yo solo siento un nudo en el estómago. —Ehhh... s-sí— Sus manos recorren mi vientre con una suavidad que me desconcierta. Mientras tanto, Dayanara se aleja, claramente molesta. No entiendo qué está pasando. Ella me había reclamado, me había asegurado que estaba comprometida con él. Pero aunque no lo estuvieran... ella es exactamente la mujer que él necesita. —Georgina, discúlpame, no me he presentado— su voz me saca de mis pensamientos —Soy Sofía Sokolova, encantada de conocerte. Quiero que conozcas al papá de Leo. Ven conmigo— Con una mezcla de duda y nervios, me dejo llevar por Sofía, quien toma mi mano con una suavidad que me desconcierta aún más. Al adentrarnos en el salón, su toque me hace sentir extraña.
La vi sentada en su mesa, rodeada de compañeros que se atrevían a tocar su vientre. Apreté la mandíbula con fuerza. Odiaba verlo. Odiaba la confianza con la que lo hacían. Me llevé el whisky a los labios y lo bebí de un solo trago, conteniendo el ardor en mi garganta. No hice ruido. No permitiría que notaran cuánto me carcomía por dentro. La presentación estaba por comenzar, pero antes de eso, hubo un espectáculo. Las luces se atenuaron, y un grupo de bailarinas se esparció por el salón, moviéndose con sensualidad calculada. Una de ellas se acercó a mí, deslizándose con intención. Su cuerpo era un arma, una invitación descarada. Pero mis ojos estaban fijos en Georgina. Su expresión era impenetrable, su postura rígida. Ni una sola vez dirigió su mirada hacia mí. La bailarina insistió. Se movió más cerca, inclinándose lo suficiente para asegurarse de que la notara. No lo logró. En mi mesa, mi familia y la de Dayanara estaban reunidas. Sin embargo, había una silla vacía. La de e
Bajé del escenario, dándole espacio para hablar. —Mhmm... realmente no sé por dónde empezar. Creo que nuestro director exagera un poco al respecto, pero... he aprendido mucho de él. Y... supongo que la manera en que nos conocimos fue algo compleja —soltó una risa nerviosa —Recuerdo haber llegado tarde a la oficina y darme cuenta de que él era el director. Fue un shock inmediato. Lo peor es que él sabía quién era yo, pero yo no tenía idea de quién era él. En mi defensa... —alzando la mano derecha, arrancó risas entre los presentes. Sus ojos buscaron los míos. —Nuestra relación es algo... complicada, pero no daré más detalles, me los guardaré para mí— Mis dedos se aferraron al borde de la silla. Su voz, su manera de sostener la mirada, la forma en que su cuerpo irradiaba seguridad... Georgina era una maldita obra de arte. —Pero lo que sí puedo decir es que estoy feliz de llevar en mi vientre a nuestro hijo. Este bebé es la prueba del amor que compartimos— El mundo pareció detener
El estruendo de la puerta del coche cerrándose y alejándose me hizo entender lo que estaba sucediendo.El shock me golpeó con fuerza.Entonces... ella ya no estaba frente a mí. Se había ido.Las luces del coche aún brillaban a lo lejos, llevándose al amor de mi vida.Sentí la mano de Liliana en mi espalda, pero mi cabeza aún procesaba aquellas palabras: "Nunca debimos conocernos."La voz de Dayanara me sacó de mi parálisis.—Leo, ¿qué haces aquí? Vamos, tienes que terminar el evento.Pasé una mano por mis ojos, respiré profundo varias veces y me di la vuelta.Le pasé por el lado sin mirarla siquiera.—¡Oye, espérame!*Al finalizar el evento, mi familia quiso ir a celebrar, pero yo no estaba bien.—Hijo, ¿dónde está Georgina? —preguntó mi madre.—Se fue a casa... estaba cansada—Me sonrió y siguió conversando con los demás, quienes reían ajenos a lo que ocurría dentro de mí.Me excusé un momento y fui al baño. Mientras estaba allí, escuché a varias personas entrar riendo.—¿Y viste a
Mientras estoy en el avión, el dolor aprieta mi pecho al recordar su rostro. Su dolor me dolía. Me desarmó escucharlo hablar con un hilo de voz nervioso. Aun así, como última muestra de amor, no me importó confesarle que también lo amaba. Sé que ahora no lo entenderá, pero con el tiempo lo hará. Comprenderá que lo mejor que pudo pasar fue que no estuviéramos juntos. Las fotos con Dayanara en la joyería los hacían ver tan bien juntos... Se me desgarraba el pecho cada vez que las veía. Las palabras de su padre fueron más que claras. No iba a apoyar nuestra relación. Él sabía que yo no era lo que su hijo necesitaba para su futuro. Que lo que él requería era una mujer a su altura. Si negara que amé cuando gritó delante de todos que era su prometida y la madre de su hijo, mentiría. Pero no puedo. —Señorita, ¿desea algo más?— pregunta la azafata con una sonrisa. —No, gracias— Mientras agarro la botella de agua, me doy cuenta de que aún llevo el anillo. Mi dedo sigue envuelto por