—¡Oye! Eso no es justo, me has dejado con las ganas de comer más.
—Cállate... no me tocaste ni una sola vez... Tenía mucho deseo acumulado—. Me muerdo el labio con malicia.
—No podía tocarte o las cosas se iban a descontrolar... No tengo soporte cuando se trata de ti—.
Me acomodo sobre ella.
—¿Siempre has sido así?
—¿Así cómo?
—Que te enloquecen las mujeres con las que estás...
—Me he enamorado solo una vez en mi vida... y no me voy a volver a enamorar nunca más—.
—Oh... entiendo—.
—¿Lo entiendes?—. Mis dedos hurgan su entrada.
—¿Entiendes lo que digo?—. Me habla entre gemidos y abre la boca de placer.
—Voy a enseñarte a tocarte—.
—¿Qué?
—Sí, eso... Quiero que sepas tocarte para que sientas placer los días que no esté—.
Me senté en el borde de la cama frente al espejo con ella encima de mí, su espalda chocando con mi pecho.
Abrí sus piernas hasta que sus rodillas quedaron flexionadas.
—No quiero estar frente al espejo... esto es penoso—.
—¡Ssshhh! ¿Te gusta esto?—. Ha