—Sabes que quiero ir por él y romperle la nariz, ¿cierto?—
—Lo sé, pero si realmente me consideras importante como dices... no hagas una locura. ¿Me lo prometes?—
Asiento, aunque no muy convencido.
—Vayamos a la cama... el bebé quiere dormir.—
La cargo en mis brazos, y una sonrisa ladeada asoma en mis labios.
—Tienes una manera muy linda de convencerme cuando hablas así de nuestro hijo.—
La deposito en la cama y me dirijo al baño. Al regresar, me acomodo a su lado y nos quedamos mirándonos.
Paso los dedos por su cabello, disfrutando algo que hasta hace poco parecía imposible: que estuviera tan positiva, aceptando todo sin protestar.
Al fin estaba ganando terreno. Al fin todo el esfuerzo no estaba siendo en vano.
Mi pulgar roza sus labios húmedos y ella los frunce, dándome un pequeño beso.
—Sabes que mañana no puedes ir a la empresa... y no quiero berrinches al respecto.—
—Pero la propuesta...—
—Puede esperar.—
—Dijiste que era urgente.—
—Lo es, pero tu salud y la del beb