Capítulo XX

—Ignacio... Te lo súplico. No me lleves a ese lugar.

Malak estaba llorando. Estaba nerviosa. Ignacio por su parte la levantó con brusquedad y la tiró sobre la cama y grito lleno de rabia.

—¿Por qué tienes que ser tan inútil?— Él desconecto la plancha. Tenía el arma de fuego en sus manos, —¿Sabes qué es está arma de fuego?

—Yo no sabía que esa arma estaba escondida en ese agujero. Pero te juro que nadie va a saberlo.— Malak se sentó a orillas de la cama.

—¿Qué tal si fuera sido la policía que la fuera descubierto? Estarías de camino a la cárcel ¡Bruta!

—Solamente fue un accidente. Pero te prometo que me voy a quedar callada y nadie más sabrá de la existencia de esa arma de fuego.

—¡Cállate! ¡Cállate! No te quiero seguir escuchando. No te tolero.— Él la señaló en repetidas ocasiones y comenzó a guardar el arma de fuego de regreso en su escondite, —¡Vamos! ¡El Castigo Oscuro te espera!

Malak sentía que el mundo se le caería encima. No quería asistir a ese lugar. Era una pesadilla todo lo
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