LXXIV

Ariadne Lizbrook y Raquel Lizbrook estaban en una cafetería cercana al salón del juicio. El juez había dictado una pausa de treinta minutos para revisar toda la información proporcionada y para después escuchar el resto de la información.

—Ya con la primera parte del testimonio en manos del juez no me cabe ni la menor duda de que Daphne Denver está perdida.— Dijo Raquel, dándole un pequeño sorbo al café con leche que recién había ordenado.

—Y todavía falta que el juez escuche nuestra declaración.— Dijo Ariadne, observando que Clarisse venía hasta ellas, —¿Y eso que tu hermana Jude no se presentó en el lugar?

—Después del receso va a entrar. Daphne Denver se va a quedar con su boca abierta.— Clarisse se sentó y apoyo su mano derecha por encima de la mesa, —Ya Esteban está organizando todo para irse después de la sentencia.

—¿Sigues preocupada de que algo le vaya a suceder?— Preguntó Raquel, —No tenga miedo. Esteban es un excelente detective.

Hubo un pequeño silencio entre las tres. Nad
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