—Hoy los Holgados vienen a visitarnos por primera vez, ¿cómo puedes vestir así, Mari?
—Mari, ¡hay muy poca fruta! ¡Ve a preparar más!
—Mari, ¡date prisa! Estos jeans no lucen bien. ¡Ve y cámbiate por una falda!
Catalina estuvo ocupada toda la mañana, pero aun así tuvo tiempo para señalar que la camiseta blanca y los jeans que Mariana llevaba eran demasiado informales.
—Escucha a tu madre. Ve y cámbiate —instó Tobías mientras la empujaba suavemente, indicándole que fuera a cambiarse de ropa.
¿Realmente su atuendo era tan inapropiado para la ocasión posterior?
Mariana se paró frente al espejo y se miró, haciendo un puchero.
«¿Acaso no luce bien? Pero creo que sí. ¡Me veo bien con cualquier cosa, hasta con un costal!»
Justo cuando estaba a punto de subir a ponerse una falda, escuchó a alguien en la puerta exclamar: —¡Señora, los Holgados están aquí!
Acto seguido, sintió que Catalina la agarraba del brazo. —No vayas. Ya llegaron.
Y antes de que pudiera reaccionar, su madre la estaba llevan