Arrodillarse en una pierna es lo mismo que proponer matrimonio.
Sin embargo, Walter nunca se había arrodillado así ante Mariana. En cambio, sí lo había hecho en público para pedirle perdón...
—Está bien —Mariana lo interrumpió.
Al escucharla detenerlo, Walter sintió una punzada de tristeza. Sabía que Mariana aún no estaba dispuesta a aceptarlo de corazón.
Quería respetar los sentimientos de Mariana, pero vio que Felipe le agarraba el brazo, impidiendo que se levantara.
—No, ¡el tío guapo aún no te ha puesto el anillo! —El pequeño protestó con cariño.
—No soy su esposa, no puedo llevar un anillo. —Mariana le explicó.
—¡Pero el tío guapo te quiere! Está tratando de conquistarte. ¿Por qué no le das una oportunidad? ¿De verdad nunca podrás perdonarlo?
Mariana admitió que era una buena pregunta.
—Pequeño, tienes una mentalidad muy madura. ¡Eso no está bien! —Mariana le dio un suave golpecito en la cabeza.
Él se abrazó a su brazo y le dijo a Walter: —¡Vamos, tío guapo! ¡La hermana ya está li