Cuando Walter regresó, ya no tenía la mano vendada.
—En realidad, mi mano no tiene nada grave, solo está un poco hinchada y duele. El doctor me recomendó que tuviera cuidado y no hiciera esfuerzos —confesó.
Mariana lo miró de reojo, al menos era honesto. Se dio cuenta de que no llevaba la venda cuando volvió.
—Entonces, bebe un poco menos. ¡Hoy es un día para celebrar! —Tobías chocó su copa con la de Walter con amabilidad.
Había preparado muchos platillos, una mesa llena de deliciosos aromas. Mariana había mencionado que quería cuidar su figura, pero al ver toda la comida, no pudo evitar comer con avidez. Normalmente, su padre también cocinaba mucho, pero no sabía por qué hoy los platillos le parecían especialmente sabrosos.
—Gracias por salvar a mi hija en Ciudad de Fantasía. Antes ella te salvó la vida, ahora tú le has salvado la suya. ¡Así que están en paz! —Tobías levantó su copa y se la bebió de un trago.
—Tío, siempre le estaré agradecido a Mari —dijo, mirando a Mariana.
Ella man