La mano de Walter se posó en el hombro de la persona, y su paso se detuvo por un momento.
—Hola —Walter saludó de forma proactiva.
El pasillo estaba vacío, y en el silencio se podía escuchar el fuerte latido de sus corazones.
La persona bajó la cabeza, y Walter sintió que algo no estaba bien.
¿Conocía a esta persona?
¿Por qué era tan misteriosa? ¿Era una doctora?
—Hola, ¿te conozco? —Walter preguntó directamente.
La persona no era alta; claramente era una médico.
De espaldas, se podía ver que tenía una figura delgada.
No se giró.
Walter, con la mirada seria, dijo: —Gracias por salvar a mi abuela.
La mujer asintió con la cabeza, pero no dijo nada y trató de irse.
Él la llamó de nuevo: —¿Puedo verte?
La mujer sacudió la cabeza, apartó su mano y se alejó rápidamente.
Walter sintió que sus pies estaban pesados; le faltó el valor para seguirla.
Todo le parecía tan extraño…
—¿Walter? —le dio un toque en el brazo Agustín.
Walter se volvió y vio a Agustín.
—¿Por qué estás ahí parado mirándola?