Ahora, al ver a Jimena, Vicente sentía una profunda repugnancia.
¿Cómo se había atrevido a hacerse pasar por otra persona?
¿Acaso no temía que algún día la descubrieran?
Y Mariana, ¡qué tonta había sido al no decirle a Walter que ella lo había salvado!
—Mariana, ¿podrías alejarte un momento? Tengo que hablar en privado con el señorito Sandoval —Jimena le sonrió a Mariana con dulzura.
Mariana se encogió de hombros. Donde estuviera Jimena, ella prefería no estar.
—Entonces me... —Mariana estaba a punto de irse.
Pero Vicente intervino con frialdad: —Di lo que tengas que decir, no hay necesidad de que mi amiga se vaya.
—Mariana, esta es mi habitación en el hospital. Puedes quedarte como quieres. A menos que, ¡lo que tenga que decir sea algo vergonzoso y oscuro! —Vicente replicó de manera directa y contundente.
Jimena se sorprendió por la brusquedad de Vicente.
¿De dónde venía esa furia?
Mariana, por su parte, también se sintió sorprendida e incrédula.
En todos estos años, era la primera ve