En la cubierta, el viento soplaba con fuerza.
Mariana expulsó varias bocanadas de agua de mar y, al abrir los ojos, se encontró con rostros desconocidos que la miraban, algunos con curiosidad y otros con preocupación.
Mariana giró ligeramente la cabeza y vio a Vicente, con el ceño fruncido, arrodillado en el suelo, con el cabello escurriendo agua.
Más allá, estaba Yahir.
Él, nervioso y emocionado, exclamó: —¡Jefa!
—Jefa, ¿está bien?
Vicente, al oír esto, levantó la vista.
Mariana tosió y, de forma instintiva, agarró la ropa de Yahir.
Los ojos de Yahir se enrojecieron y refunfuñó: —¡Decías que no hacía falta que te siguiera!
De no haber insistido en ir con ella, ¿acaso no habrían perdido a su querida jefa para siempre?
Ella era quien mantenía a toda la Base M, ¿qué harían sin ella?
—¿Qué ha pasado? —Yahir no dejaba de regañarla.
Vicente se quedó perplejo.
¿Qué tipo de relación tenían este muchacho y Mariana?
Mariana agarró la manga de Yahir, y este la ayudó a incorporarse con cuidado.
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