MATTEO
Tocó a mi chica. No importa que ella lo empezara, se va a morir aquí. Pero primero, pagará por robarme a mí, a nosotros. Justo en mi maldita casa. Tiembla de miedo mientras nos mira a los tres, pero no lo tocamos, esperando a que Salvatore o Colina den las órdenes.
—Chicos —llama ella, su voz ronca y aterciopelada yendo directa a mi polla ya dura. Verla tomar el control así… ver lo metida que está en nuestra familia, nuestra puta reina, me dan ganas de desgarrarle ese vestido como insinuó y hundirme en su coño húmedo y tembloroso. Pero eso puede esperar, los negocios primero.
Todos nos volvemos hacia ella, y el hombre en la silla también nos mira a través de nosotros, sabiendo que ella decide su destino. —¿Se divertirán un poco, no? —sonríe, recostándose contra Salvatore y apoyando la barbilla en su hombro como si él fuera su poste de apoyo y no el hombre más aterrador de la ciudad—. Quiero que sangre.
Dimitri le lanza un beso. —Eso podemos hacerlo, Pajarito.
Le guiño un ojo y