COLINA
—¿Cariño? —me animo y levanto la vista de los contratos y solicitudes de trabajo para los nuevos bares que tengo a mi cargo para ver a Matteo. Está arreglado con una camisa de seda morada, el pelo hacia atrás, la chaqueta negra desabrochada y los dados rodando por sus nudillos. Sus labios se curvan en una sonrisa mientras se inclina más cerca. —¿Quieres dar una vuelta?
—Siempre. —Sonrío, salto por encima del sofá y le doy un beso en los labios. —Déjame coger unos zapatos, ¿algún código de vestimenta? —Miro la camisa holgada en la que estoy relajándome.
—Uno de esos vestidos que son tan jodidamente sexys. —Se queda con una sonrisa pícara.
—¿Sí? ¿Vamos a algún sitio elegante? —me río.
—No, es que me encantan esos vestidos y tener acceso fácil. —Me guiña un ojo y yo le hago un gesto obsceno mientras me dirijo por el pasillo hacia mi habitación.
Me meto rápido en un vestido satinado morado oscuro de tirantes finos y unos tacones, me maquillo y esponjo el pelo. Cuando termino, él es