MATTEO
Colina está callada hoy, y estos idiotas no saben cómo actuar. Salvatore le ofreció dinero a la viuda. Rafaele se ofreció a lastimar a alguien. Dimitri se ofreció a matar a alguien. Todos parecen estupefactos cuando no funcionó. Negando con la cabeza, tomo a Colina en mis brazos y me acuesto en el sofá, agarrándola fuertemente.
“Está bien, cariño, estamos aquí,” le susurro, y ella entierra su cabeza en mi pecho, tuerce sus manos en mi camisa, y llora.
La sostengo durante todo, acariciando su espalda y besando su cabeza, diciéndole que estamos aquí, que la amamos, que lo siento. Sus lágrimas hacen cosas extrañas a mi corazón, haciéndolo doler. También afectan a los otros. Rafaele murmura sobre ir a pelear. Salvatore parece indefenso y me mira con dolor. Dimitri gruñe y se va furioso, probablemente a matar a alguien.
Pero ella no necesita eso ahora mismo, solo necesita sentir, así que la dejo, y cuando finalmente levanta la cabeza, le limpio las lágrimas y presiono besos en su ca